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Mostrando entradas de octubre, 1998

¡Por favor!. 21.10.1998

Primero fue el embeleco de pasar la Alcaldía al edificio de la FES pasando por alto que la administración pasada lo compro para centro cultural. Después, con un rápido chasquido de dedos, se pretendió transformar la vieja bodega de la estación ídem en nada menos que una cárcel de emergencia.   Ahora, en todo un acto digno de la mejor prestidigitación, nos dicen que se ha propuesto convertir el recién restaurado (a medias) Palacio Nacional de Justicia, que es como se llama, en la estación central del futuro metro. Solo falta que se proponga trasladar a los vendedores de la calle al CAM. ¡Por favor!           Como es difícil pensar que en la Administración Municipal nadie jamás haya estado en una estación de metro, o en una cárcel o en una verdadera alcaldía, o que no conozcan ni la FES, ni la bodega de los ferrocarriles ni el Palacio Nacional, cabe preguntarse qué se esconde detrás de esta afición tan suya a jugar a esta especie de perverso ajedrez urbano. Como también cabe pregunta

Los vendedores de la calle. 07.10.1998

El problema principia en que precisamente no son ambulantes. Se han estacionado en las calles del centro tradicional de la ciudad. Han invadido sus estrechos andenes y en muchas partes los bordes de las calzadas. Hace años que se apoderaron de la calle octava. Construyen sólidas e ingeniosas casetas. Toman la energía del alumbrado público. No pagan impuestos ni cobran el IVA. Venden contrabando en las narices de todo el mundo. Se sabe que muchos trabajan para verdaderas empresas del comercio informal. También que algunos almacenes los usan para vender sus propios artículos. Los alcaldes aseguran que los van a retirar pero su corto periodo no les deja tiempo para tener que hacerlo.           Desde luego es ante todo un problema económico, político y administrativo. Pero también es una cultura: la cultura del tugurio. En este país se tugurizan las carreteras, las calles, los parques, las plazas, los edificios públicos...los centros comerciales. Si algo ofrecían estos, era que tenían