Su origen es el urbanismo anglosajón y son totalmente ajenos a la tradición islámica y medioeval de nuestras ciudades y recientes en ellas. Su condición es ambigua: propiedad privada pero de uso público parcial, en la medida en que se supone que se los mira pero no se los toca. Sus reglamentaciones, más ambiguas aun, solo traen confusiones y abusos. Se los pavimenta, se los cierra y hasta se los cubre. Se hace en ellos lo que se le da la gana a sus "propietarios" y terminan con frecuencia "privatizados" en las narices de las autoridades, conformando el más descarado robo del espacio público. Propios de casas suburbanas aisladas, su utilidad ya no es tan clara cuando se trata de los edificios paramentados que las reemplazan. Su ancho es inexplicable pero sistemáticamente disminuido. Se autorizan garajes debajo de ellos impidiendo la ampliación futura de los andenes cuando los primeros pisos se vuelven comerciales. En los conjuntos de vivienda se cierran con mallas ...