En Cali se pasa del infierno al cielo y viceversa todos los días. Vecinos que comienzan sus escandalosas farras a las diez de la noche y las terminan al salir del Sol, justo cuando otros ponen su música de carrilera a todo volumen, una o dos veces al mes, aunque, es justo decirlo, no siempre coinciden en el mismo día; sólo en la Feria. Pero de otro lado casi todos los días a lo largo del año el benévolo clima de la ciudad pasa hasta tres veces por la denominada zona de confort, y ahí siguen imponentes sus dos bellos cerros, la cordillera y los Farallones, que ya quisieran muchas ciudades en el mundo. Y el “Río de la ciudad”, como se lo llamaba antes, resiste casi incólume a los atentados de mal gusto de cada navidad y a la deforestación de sus cabeceras que nadie controla con o sin “Hopenhagen”. Pero se continua destruyendo su patrimonio construido y ahora le tocó el turno a Villa Felisa; mas en San An...