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Mostrando entradas de noviembre, 1998

La universidad en Cali. 19.11.1998

No. No se trata de la Santiago, ese monumento al mal gusto. Es solo que si la Universidad del Valle fuera antigua, seguramente se llamaría así. Como la de Bolonia o la de París, como Oxford o Cambridge o Hilderberg, en fin, la de Salamanca (la de Brasilia no es una excepción) o tendría   nombre propio como la Sapiensa o Harvard o Yale, o El Rosario o Los Andes. Si estuviera en la capital seria La Nacional, o La Central de Venezuela o la UNAM. Pero como es "regional" se llama como el MIT, el IIT o la de Antioquia. Lo de Univalle suena a sindicato.           Pero fueron justamente los sindicatos de trabajadores y empleados estatales, incluyendo el de los profesores universitarios, los que en su último paro lograron el compromiso del gobierno (avalado por los Ministros del Interior y Trabajo y el Viceministro de Hacienda) de cumplir con los aportes previstos para las universidades públicas (Ley 30 de 1992) y de apoyar los procesos de saneamiento de sus finanzas y la reestruc

La ciudad de los arquitectos. 05.11.1998

Nunca existieron tantos arquitectos buenos como ahora. Incluso en Cali. Pero nunca esta ciudad, como muchas otras en Colombia, estuvo tan necesitada de buena arquitectura. Los pocos pero brillantes arquitectos, que en los 50 y 60 llevaron a cabo aquí una de las mejores arquitecturas modernas del país, fueron sacados del mercado por el sistema Upac y desconcertados por un posmodernismo que no supieron asimilar, al que siguieron ingenuamente, años después, justo cuando comenzaba a ser superado internacionalmente. Su formación simplista, dentro del Movimiento Moderno, los hizo indiferentes a la destrucción del patrimonio urbano y arquitectónico, llevado a cabo, deliberada y sistemáticamente, con motivo de los VII Juegos Panamericanos de 1971, para cambiar la imagen de Cali.           Los que los siguieron, unos renegaron de la arquitectura y se dedicaron a la política o al simple sociologismo, y otros, tratando de ser planificadores urbanos e ingenieros viales, concibieron el absurdo