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Otra queja. 08.11.2001

Dice el famoso columnista inglés Paul Johnson ( Al diablo con Picasso , 1997) que en las columnas de opinión no se deben tratar intimidades ni problemas personales y que solo muy de vez en cuando es pertinente decir algunas cosas del autor. Sin embargo a veces sí que es necesario decir algo de las columnas.           No suelo comprobar lo que sale en el periódico con lo que mando, aunque siempre miro por encima lo publicado y a veces hasta lo leo. Pero el jueves pasado saltaba a la vista que mis cuatro sólidos párrafos habían sido convertidos en doce parrafitos y, leyendo detenidamente, encontré que además eliminaron unas comas y pusieron otras. No fue un problema de transcripción pues las columnas las mando por e-mail. No creo que lo hicieran para llenar espacio pues mi escrito era similar en extensión a los que siempre mando. En otra ocasión, hablando de la suerte de Bogotá de haber tenido tres buenos alcaldes consecutivos, me quitaron ...

¡Por favor!. 21.10.1998

Primero fue el embeleco de pasar la Alcaldía al edificio de la FES pasando por alto que la administración pasada lo compro para centro cultural. Después, con un rápido chasquido de dedos, se pretendió transformar la vieja bodega de la estación ídem en nada menos que una cárcel de emergencia.   Ahora, en todo un acto digno de la mejor prestidigitación, nos dicen que se ha propuesto convertir el recién restaurado (a medias) Palacio Nacional de Justicia, que es como se llama, en la estación central del futuro metro. Solo falta que se proponga trasladar a los vendedores de la calle al CAM. ¡Por favor!           Como es difícil pensar que en la Administración Municipal nadie jamás haya estado en una estación de metro, o en una cárcel o en una verdadera alcaldía, o que no conozcan ni la FES, ni la bodega de los ferrocarriles ni el Palacio Nacional, cabe preguntarse qué se esconde detrás de esta afición tan suya a jugar a esta especie de pe...

Trampas urbanas. 29.06.1998

Los huecos de las calles, sobre todo cuando están cubiertos de agua pues los desagües no funcionan, los contadores y las alcantarillas sin tapa, las tapas metálicas hundidas, los permanentes cambios de nivel y de textura de los andenes, sus rampas demasiado pendientes, los postes (muchos de ellos sin uso) y los muñones de postes, los bolardos cuando son enanos (como son casi todos en Cali) las puertas de rejas y garajes que abren hacia afuera, los techos torcidos y oxidados de las casetas instaladas en medio de los andenes que apuntan directamente a los ojos, las líneas de alta tensión que pasan enfrente de las ventanas de los edificios prácticamente al alcance de la mano, las señales y demarcaciones de trafico antitécnicas, obsoletas o destruidas o simplemente olvidadas en cualquier parte de calles y avenidas.           En fin, esta ciudad esta llena de trampas urbanas debidas a la improvisación y la negligencia. ¿Pero a quien le importa...