Su vecino se va a vivir a otro lado y pone o alquila su casa para un almacén, laboratorio, restaurante, en fin, un local cualquiera. La demanda de estacionamientos se incrementa. La calle del barrio, diseñada solo para el trafico local y los garajes de sus viviendas unifamiliares, no da abasto, y menos si a ella se han pasado rutas de buses o un par vial, o han aparecido otros locales. Pronto la gente comienza a subir los carros a los andenes y terminan boqueando sistemáticamente su garaje. Aparecen vendedores ambulantes que se instalan contra su reja. Después de mucho renegar usted se decide a reclamarle a su vecino, o su inquilino, pero este le responde airadamente que si es que se cree dueño de la calle. Es la primera escaramuza. Usted, que considera violado groseramente su derecho a entrar y salir de su garaje, llama a la policía del Cai pues al lado dicen que ese carro no es de allí; van pero no hacen nada y le recomiendan ...