Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2002

Un par de preguntas. 28.02.2002

A la memoria de Orlando Sierra y todos los que han muerto por preguntar           Las estaciones de un sistema de buses articulados son iguales a las de un tren de superficie de dos o tres vagones. Quedan, pues, solo pocas preguntas para saber cual de los dos sistemas es más económico para Cali, en el buen sentido de la palabra. ¿Cuánto vale un bus articulado, cuántos pasajeros lleva y a que velocidad? ¿Cuánto cuesta su operación y cuántos años dura? Y lo mismo para el tren. ¿Cuánto valen las dos carrileras que necesitaría y cuánto los cuatro carriles de los buses? Y, por supuesto, hay que valorar que los trenes son menos contaminantes y más seguros y confortables -lo que no es un "lujo"- ya que son eléctricos, van sobre rieles y son más anchos por lo que es más fácil entrar y salir de ellos.           Pensar que un sistema como el Transmilenio, que necesita cuatro carriles propios y un separador ancho para las estaciones, además de cuatro carriles independientes para e

La maravilla de la arquitectura. 21.02.2002

Lo primero que se recuerda al llegar a la Biblioteca Virgilio Barco es por supuesto la Calle de los Muertos en Teotihuacan. Pero también los pequeños valles de la Sabana de Bogotá, cuya intimidad y recogimiento dan paso a otros eventos. Aquí, ese bello patio de acceso enterrado (al que no abren puertas ni ventanas ni arcadas: solo dos vanos contiguos arrullados por el agua y enfrentados a un tercero que da paso a una sonora cascada) crea una bienvenida pausa al espíritu al entrar o salir del edificio. Sus volúmenes desaparecen momentáneamente y de la ciudad apenas queda su fondo casi negro de cerros y encima el cielo azul. Pero no es solo la buena idea de poner la biblioteca en medio de un parque; el gran acierto del proyecto de Rogelio Salmona es entrelazarla con sus alrededores, cuyas construcciones complementarias, plazuelas y senderos se curvan, bajan, suben y esconden prometiendo sorpresas como de laberinto de enamorados.           Los espacios al aire libre y los recintos cer

Los días con ciudad. 14.02.2002

Lo importante de los "días sin carro" es que los ciudadanos comienzan a tomar conciencia de que se deberían repetir con mas frecuencia... todos los días, por ejemplo. Primero fue el silencio, al menos en San Antonio. Sin tantos carros se pudo ver algo la ciudad. Pese a su feura es de lejos mejor que con las calles repletas de carros ruidosos y agresivos que no solo tapan los basamentos de los edificios sino que no permiten a los peatones mirar nada diferente a ellos. Sin tener que esquivarlos, fue posible mirarla pese a la publicidad que ha invadido sus espacios públicos (la normal y la de los politiqueros en campaña con sus pasacalles grotescos, que son la razón primera para no votar por ellos), el desorden vergonzoso y contaminante de sus buses, busetas y camperos de transporte público y los montones inverosímiles de taxis desocupados. Fue un día con ciudad.           En el Centro la circulación de carros particulares podría estar, no prohibida (lo que no pasa de ser un

Apatía. 07.02.2002

A la manera de ese personaje sorprendente, bello, tierno y muy erótico de la última novela de Umberto Eco, Hipatia (no el único pero sí el verdadero amor de Baudolino), que vivía feliz porque los suyos cultivaban la apatía, los caleños, igual que ella, sufrimos de esa "impasibilidad del animo" que dice el DRAE. Como si estuviéramos en las tinieblas de la Abcasia del libro, que no dejaban ver nada, no vemos ni siquiera los portentos de nuestra ciudad. Así, de lo único que nos quejamos es de su envidiable clima, y lo primero que se nos ocurre al caer la tarde, cuando la fresca brisa que baja de la cordillera arrecia y el cielo se pone dorado y después azul profundo, es atiborrarnos en carros, buses, busetas y camperos para llegar a la casa a ver menticieros y telebovelas nacionales, ignorando la posibilidad de la más feliz de las "happy hour" imaginables.           Nadie ve tampoco sus maravillosos cerros ni su bellísimo río que hasta cantó un poeta que por supues