En las casas los olores, presentes aunque no siempre se los identifique, invariablemente complementan, consciente o inconscientemente, lo que en ellas constantemente se toca, se oye y se ve. Además de ser sólo efluvios que llegan desde cualquier parte y producen una impresión en el olfato, señalan la promesa u oferta de algo o la sospecha de algo oculto o por suceder y por su parte los aromas son un olor muy agradable (DLE), y de ahí la discreta presencia en la arquitectura, pero no por eso menos importantes, y se los produce artificialmente como los inciensos en las iglesias; pero los malos olores ya son una desagradable alarma, o simplemente otro descuido en casa. Se huelen los aromas de las telas o cueros que forran las sillas o los sofás, los de la ropa limpia en los armarios, el de un mantel de lino recién extendido en la mesa, y los esperados aromas que anuncian los deliciosos platos que vienen de la cocina, y por supuesto los muy diversos que abundan en estas al cocinar. Y están...