Las ciudades no son mas diferentes entre ellas que las personas que las habitan o los idiomas que en ellas se hablan. Las europeas y americanas comparten las mismas tradiciones, como comparten el latín los idiomas romances que heredaron la mayoría de sus ciudadanos. Y todas las presentan la misma estructura urbana: lineal, ortogonal, concéntrica, modular o distintas combinaciones (Sibyl Moholy-Nagy: Urbanismo y Sociedad, 1968), igual que todas las lenguas tienen una misma y única estructura, como nos dicen los lingüistas. En casi todas partes afirmamos moviendo la cabeza verticalmente y negamos haciéndolo horizontalmente. Al fin y al cabo somos la misma especie en el mismo planeta. Por eso podemos vivir en cualquier ciudad, hablar cualquier idioma, disfrutar cualquier música y comer de todo, pese a todas las contrariedades y nostalgias que suelen tener los inmigrantes, y a todas las dificultades de los que tratan de aprender idiomas ya adultos o a comer de todo ya viejos y resabiados...