Más que un cierto “aire de familia” lo que comparten Marruecos y el trópico Hispanoamericano, son indudables tradiciones. Al fin y al cabo la mayoría de los musulmanes que conquistaron la Península Ibérica, permaneciendo cerca de ocho siglos, eran berebers, y luego buena parte de los conquistadores españoles del Nuevo Mundo fueron extremeños y andaluces. Las gentes de allá y de aquí son muchas tan parecidas que nadie se daría cuenta si se intercambiaran, ni siquiera al hablar pues allá muchos hablan español. Lo que si los diferencia es su comportamiento en la ciudad: allá son ordenados, silenciosos y respetuosos, y no hay limosneros, y aquí todo lo contrario. Como señaló Fernando Chueca-Goitia (Invariantes castizos de la Arquitectura Española, / Invariantes en la Arquitectura Hispanoamericana, 1979) aquí quedó la religión, lengua y arquitectura, y el ...