En Cali son por miles los avisos, propagandas, negocios, almacenes, restaurantes, cafeterías, talleres, vendedores de la calle y automóviles de toda clase, incluyendo los de la policía, que invaden los estrechos e incómodos andenes de la ciudad, que son el único espacio urbano público destinado a los peatones -a la gente- en sus calles. Pero lo mas grave es cuando los ocupan entidades que se consideran respetables como los hoteles, las clínicas o, peor aun, el Estado mismo. Con su mal ejemplo ¿cómo pretender que los necesitados trabajadores informales no lo hagan? No solo son los feos, antipáticos y por supuesto ilegales avisos de “parqueadero exclusivo” con los que cualquier avivato privatiza de hecho las calles y andenes, sino la construcción misma en dicho espacio público de parqueaderos, “exclusivos”, claro está, incluso en los andenes de las riveras del mismísimo Río Cali. Así lo hicieron sin el más mínimo pudor...