Si “los errores históricos constituyen una parte esencial del ser una nación”, como lo creía el historiador Eric Hobsbawm (Sobre el nacionalismo, 2021, p. 17), su historia debe servir para informar y no para polarizar, y en consecuencia la estatua del fundador de Santiago de Cali, en 1536, si debía regresar a su sitio, en donde fue erigida en 1937 con motivo del cuarto centenario de la ciudad, pues fue allí donde es posible que Belalcázar, alejándose de Pizarro, viera la posibilidad de una salida al Pacífico, lo que le permitiría comunicarse con la Corona Española y obtener su Gobernación (como ya se dijo en esta columna: La carretera al mar, 07/10/2004), aunque siguió fue a Santa Fe de Bogotá. Pero ahora el monumento debería incluir una reseña sobre el simbolismo de la estatua, su valor artístico y su escultor, el español Victorio Macho; y sobre la historia de la fundación de Santiago de Cali y por qué justo aquí, y la de Sebastián Moyano, llamado de Belalcázar por su nacimiento...