Vale la comparación desde lo urbano, lo arquitectónico o lo social, es decir la vida en las casas, los barrios y las ciudades. Y por eso igualmente son comparables desde lo cultural, lo económico y lo político. Pero también desde lo étnico, las tradiciones y los comportamientos. Y están los paisajes interiores, urbanos y naturales. Como también las situaciones individuales, familiares o ciudadanas. Por todo esto y mucho más vale la pena ver la película de Alfonso Cuarón, con la que de nuevo vuelve a ser lo más importante el nombre del director que el de la actriz principal, excelente por cierto, o el de su titulo mismo, como cuando se hablaba de Rossellini y no apenas de Roma ciudad abierta. Son Cali y la entonces México D. F. a mediados del siglo XX, desde luego mucho más parecidas en esos años que ahora, cuando se vivía en casas divertidas y no en insulsos apartamentos, y las familias incluían a las sirvientas, usualmente de ascendencia indígena o negra, que eran muc...