Aunque en una casa siempre lo que prima es lo que primero se ve, la realidad es que no solo se la mira sino que se la escucha, incluso a esas últimas moradas, las tumbas, solo que en estas los sonidos son tan bajos que no se oyen: se sienten. Adentro de las casas hay sonidos, incluyendo músicas, cantos, conversaciones y gratas resonancias, o vienen de afuera bellos ecos lejanos o desagradables ruidos ajenos. Se la escucha desde el exterior como ya en su interior; son ruidos y sonidos, intensos o velados, y en últimas agradables o molestos según como acompañen lo que se ve, toca, huele y saborea, como resultado de la actividad que se lleva a cabo justo en ese momento en casa. Adentro de las casas hay diversos sonidos, como susurros, voces y risas; músicas para todos los gustos; leves ruidos producidos al moverse sus habitantes; las puertas y ventanas que se abren o cierran, o las cortinas y persianas de estas últimas; el agua de los lavamanos, duchas e inodoros, los lavaderos y cocinas....