En 1989 se inauguró un McDonald’s nada menos que en Plaza España en Roma (Cambio, 6/10/2003). Ante semejante atropello cultural, el periodista y sociólogo Carlo Petrini inició una campaña en contra y entusiasmado al lograr su cierre creó un movimiento en su natal Bra, pequeño pueblo de 28.000 habitantes entre Turín y Génova. En contraposición a las cadenas de fast-food lo llamó Slow Food y rápidamente se extendió por Italia, históricamente predispuesta al buen vivir, y posteriormente por el resto del mundo. Su propósito es “luchar contra la erosión culinaria y combatir los demonios de la comida rápida” propendiendo por una calidad de vida basada en el gusto por la buena mesa. El caracol se convirtió en el emblema de los restaurantes afiliados. Pero el movimiento no paró allí, nos cuenta el arquitecto Willy Drews ( La República, San José de Costa Rica, 23/9/2003 ) y Bra se autoproclamó como la primera Slow City. En un gesto simbólico retrasaron 30 minutos el reloj de la iglesi...