Como ya se comentó en esta columna (Circo y enredos, 10/03/2021) el populismo, la polarización y la posverdad, son las herramientas con las que “se obtiene, se usa, se abusa y se pierde el poder en el Siglo XXI” (Moisés Naím, La revancha de los poderosos, 2022). Por eso el ‘voto por orden de preferencia’ (ranked voting) del que informa Ramiro Guerrero (La tiranía de la aritmética, El País, Cali 18/06/2022) mucho ayudaría a evitar que esas tres P, cómo las llama Naím, sean las que deciden las elecciones, y, además, como señala Guerrero, no se necesitarían segundas vueltas, aunque habría que evitar el empate riguroso, paradoja planteada ya en 1785 por el marqués de Condorcet. El voto por orden de preferencia, también llamado voto ranqueado, o voto preferencial, es un sistema en el que los votantes ordenan o ranquean a sus candidatos u opciones en una secuencia 1º, 2º, 3º, etc., de mayor a menor preferencia, en vez de simplemente votar por uno (Wikipedia). A los candidatos que obten...