Más de la mitad de las personas en el mundo, y cada vez son más, están obligadas a buscar la felicidad en casa… y en la ciudad en donde esta está; ya sea en sus labores cotidianas, sus actividades recurrentes o en los eventos ocasionales, solas o acompañadas y por supuesto allí está parte del problema como de su solución: evitar que el infierno sean los otros, como advirtió Jean Paul Sartre, y que por lo contrario sean el paraíso para lo cual es conveniente una buena casa, y casi todas lo podrían ser en una buena ciudad que complemente a las que no lo son, aunque muchas sí se pueden mejorar, pero hay que recurrir a la imaginación, estética y buen sentido del tiempo y el espacio. La felicidad en casa, ese estado de grata satisfacción espiritual y física, como sencillamente la define el DEL, tiene que ver con él Carpe Diem del poeta romano Horacio en el sentido de beneficiarse del día, vivir el momento, aprovechar el tiempo y no malgastarlo, y por lo contrario disfrutarlo plenament...