Además de paisajes y costumbres, la identidad de los caleños estriba principalmente en la memoria colectiva que tengan de sus edificios y espacios públicos mas significativos. Pero también en los recuerdos personales, como los de los que cruzaban el Puente Ortiz, en donde les tomaban fotos al pasar, para recoger su correspondencia, incluidas las cartas de amor, en los bajos del Edificio Gutiérrez Vélez, en donde estaba el Correo Aéreo junto al río y al final una maravillosa “fuente de soda”. De esos edificios y espacios entrañables, como de las cartas de amor, no queda sino el recuerdo y las fotos, por lo que vivir en Cali ahora es como haber sido desplazado, lo que no entienden los que llegaron después de su demolición. Pero que a su vez echarán de menos la Avenida Colombia actual, y de ahí la torpeza de su innecesaria modificación total. Demolemos todo como si fuéramos ricos pero construimos pobremente, y mucho dine...