El conocimiento del pasado, y no apenas del presente, que el ser humano transmite creando expectativas para el futuro, lo distingue de los animales. Este ser autoconsciente (Popper y Eccles, El yo y su cerebro , 1977), conforma poco a poco costumbres, símbolos y mitos. Las primeras generan tradiciones y hábitos, los segundos gustos y artesanías que alimentan el arte, y los últimos tabúes y religiones que finalmente generan la ley para organizar la vida, la historia para recordarla y la filosofía para pensarla, que, para explicarla, se transforma en ciencia, la que permite dialogar civilizadamente con hechos y no con prejuicios (Carl Sagan, El mundo y sus demonios , 1995). De la guerra por el poder deriva el deporte que, con el arte, terminó en sólo un espectáculo que regresa a la violencia con cada “barra brava”. Y como decía Mahatma Gandhi “nadie puede hacer el bien ...