Casi toda la papelería comercial, bancaria y oficial del país es un despelote. Desperdicia papel pero a veces no hay suficiente espacio para las cifras o la firma. El orden de las fechas (día, mes, año) es diferente incluso en una misma empresa, institución o banco y hasta en una misma forma. Su (des) orden cambia a su vez en cada uno de sus departamentos, secciones o sucursales; y de año en año. Y ni que decir de la operación por teléfono o Internet. Los billetes colombianos parecen un chiste malo. Su valor no es legible claramente. Es difícil distinguirlos cuando no hay suficiente luz o tiempo. El de mil es peligrosamente parecido al de diez mil y el de veinte mil al de dos mil. Para peor de males la gente escribe en ellos, les ponen sellos, los arruga y maltrata. Con frecuencia son una porquería a la que hace años le sobran tres ceros. ¿Y q...