Toda casa, independientemente de su tamaño o costo, genera muchas emociones y entre ellas están las estéticas al llegar, entrar, circular, estar y mirar afuera. Es esa suave y agradable pero pasajera alteración del ánimo acompañada de una leve conmoción somática y expectante, ya sea fuerte o apenas sutil, precisamente la que todas las buenas casas brindan mucho más a sus moradores permanentes todo el tiempo principalmente con todos sus cambios de imágenes, sonidos y olores. Al llegar a una vieja casa de hacienda en el valle alto del río Cauca, la alameda que conduce a ella en el plan o la cuesta que sube hasta ella, con la cordillera atrás, mucho emocionan, y de nuevo hay emoción cuando se sale al corredor frontal y se mira hacia abajo o hacia donde se ha llegado. Y en cualquier calle de un pueblo o ciudad cualquiera, llegar a una casa bella o a un edificio ídem también es emocionante sobre todo por el diseño de su entrada incluyendo su o...