Preside las salas de espera de aeropuertos, terminales de buses, consultorios y hasta los vestíbulos de algunos bancos; y no está en las estaciones del ferrocarril por la sencilla razón de que ya no hay trenes de pasajeros. Está presente, eso si, y sin falta, en los restaurantes malos y regulares; y algunos que podrían ser buenos prefieren no serlo a no tenerla. Está también, obviamente, en todas las cafeterías. Incluso en las de las universidades. Pierre Bourdieu dice (Sobre la televisión., 1996) que pone en peligro la producción cultural. Que incita a la dramatización (como se pudo comprobar en el terremoto de Armenia) con el peligro de que puede -con la autoridad que se le ha conferido- hacer creer lo que muestra, y de que está orientada, cada vez más, hacia temas para todos los gustos que no plantean problemas. Sus programas están entreverados de propaganda y otras formas institucionaliza...