Lo único acertado era su nombre corto, bello e identificado por todos, que a mala hora le cambiaron tontamente creyendo hacerle un (merecido) homenaje a Alfonso Bonilla Aragón, Bonar, uno de sus gestores. De malas desde el principio, la torpeza lo persigue hasta hoy. El terminal se sitúo en el extremo sur de la pista con la idea de que de los aviones, la mayoría de los cuales vienen del norte, pudieran aterrizar hacia el sur y despegar hacia el norte, ahorrando combustible y tiempo, cosa que casi nunca pueden hacer pues los vientos resultaron mas fuertes de lo que pensaron. El proyecto inicial, de los arquitectos Drews & Gómez, fue cambiado, ya listo y pagado, por el actual, de Camacho & Guerrero, dizque por que había que incorporarle áreas de exhibición para la recién creada zona franca. Desocupadas acusadoramente por mucho tiempo son ahora insólitos "counters" que permiten ver grotescamente por detrás el otro costado. Uno de sus muelles se vino abajo sin que media...