Los huecos de las calles, sobre todo cuando están cubiertos de agua pues los desagües no funcionan, los contadores y las alcantarillas sin tapa, las tapas metálicas hundidas, los permanentes cambios de nivel y de textura de los andenes, sus rampas demasiado pendientes, los postes (muchos de ellos sin uso) y los muñones de postes, los bolardos cuando son enanos (como son casi todos en Cali) las puertas de rejas y garajes que abren hacia afuera, los techos torcidos y oxidados de las casetas instaladas en medio de los andenes que apuntan directamente a los ojos, las líneas de alta tensión que pasan enfrente de las ventanas de los edificios prácticamente al alcance de la mano, las señales y demarcaciones de trafico antitécnicas, obsoletas o destruidas o simplemente olvidadas en cualquier parte de calles y avenidas. En fin, esta ciudad esta llena de trampas urbanas debidas a la improvisación y la negligencia. ¿Pero a quien le importa...