La palabra monumento viene del latín ‘monumentum’ que quiere decir recuerdo, erección conmemorativa, ofrenda votiva, y son aquellas obras públicas que casi siempre se transforman en hitos urbanos que les dan carácter a las ciudades o incluso llegan a ser su símbolo, y en últimas ayudan a orientarse en ellas; sobran los ejemplos: París y su Torre Eiffel, Nueva York y la Estatua de la libertad, y el obelisco del Monumento a Washington, Ciudad de México y El Ángel de la Independencia, Bogotá y Monserrate, cerro y templo. Como lo define el Diccionario de la Lengua Española -DLE-, se trata de obras en memoria de alguien o de algo, que poseen valor histórico y artístico, y con suficiente valor para los que lo erigen. Por eso juzgar los monumentos sólo a partir de motivaciones actuales es un despropósito, como lo es derribar los monumentos existentes a Cristóbal Colón por parte de muchos que ni siquiera existirían si él no hubiera descubierto un nuevo continente, o como lo sería ahora cambiar...