Ir al contenido principal

Un par de preguntas. 28.02.2002


A la memoria de Orlando Sierra y todos los que han muerto por preguntar
          Las estaciones de un sistema de buses articulados son iguales a las de un tren de superficie de dos o tres vagones. Quedan, pues, solo pocas preguntas para saber cual de los dos sistemas es más económico para Cali, en el buen sentido de la palabra. ¿Cuánto vale un bus articulado, cuántos pasajeros lleva y a que velocidad? ¿Cuánto cuesta su operación y cuántos años dura? Y lo mismo para el tren. ¿Cuánto valen las dos carrileras que necesitaría y cuánto los cuatro carriles de los buses? Y, por supuesto, hay que valorar que los trenes son menos contaminantes y más seguros y confortables -lo que no es un "lujo"- ya que son eléctricos, van sobre rieles y son más anchos por lo que es más fácil entrar y salir de ellos.
          Pensar que un sistema como el Transmilenio, que necesita cuatro carriles propios y un separador ancho para las estaciones, además de cuatro carriles independientes para el transito corriente, se puede poner en Cali en una vía diferente a la así llamada Autopista Suroriental (cuyo trazado por lo demás no es el más indicado además de estar ya congestionada) o el actual corredor férreo, es una falacia. La Calle Quinta, al contrario de la Avenida Caracas, que atraviesa todo Bogotá, apenas llega al Centro desde el Sur y en su parte final tiene, en general, solo seis carriles, un angosto separador y andenes minúsculos, mientras en la intermedia el separador sigue siendo angosto y lo mismo los andenes; solo muy al sur habría espacio para los ocho carriles, sus separadores respectivos y área para las estaciones y para ensanchar los andenes. Las otras alternativas propuestas no pasan de ser una colcha de retazos de vías en las que la claridad del sistema y el espacio peatonal no se han considerado. La ventaja tan esgrimida de que los buses articulados sí pasarían por donde está la demanda de transporte no es cierta.
          El corredor férreo es el mejor lugar en la superficie de la ciudad para un verdadero sistema de transporte masivo (ya sean buses articulados o tren ligero) y el más económico. Ya es propiedad del municipio y en él se han invertido grandes cantidades en viaductos para que el transito pase por encima de tal manera que los trenes, o buses, no tengan semáforos a lo largo de su recorrido como pasaría en cualquier otra vía. Circularían al aire libre, en línea recta, a nivel y sin más paradas que las estaciones, en medio de un parque y con un clima benigno como lo es el de Cali. Su  construcción y operación molestaría escasamente la vida normal de la ciudad. Muy pocos sistemas de transporte hay en el mundo con estas posibilidades. Los inconvenientes que el corredor férreo le ha causado a Cali ya se dieron; pasar por allí la principal línea de su transporte urbano serviría, por lo contrario, para solucionarlos.
          Pero no solo es esto: los transbordos que obligatoriamente tendría servirían para que los buses actuales (en realidad camiones adecuados) busetas y camperos, con que cuenta la ciudad, tengan que dedicarse a alimentar el sistema (tren o buses articulados) volviéndose de hecho parte del mismo y no su competencia, evitando así graves dificultades financieras como sucede en Medellín con su Metro. Y la manera de llevarlos a vincularse al sistema sería ensanchando mucho los andenes de vías como la Quinta, quitándoles carriles, lo que las haría muy lentas para el transito des estimulándolo a circular en la misma dirección de la espina dorsal del transporte masivo. Así se conformaría finalmente todo un verdadero sistema que, como muy poco se menciona, comienza y termina, siempre y en todas partes, con peatones que necesitan andenes muy anchos y arborizados para su seguridad y confort. Mueren o son heridos más colombianos en accidentes de trafico, la mayoría de ellos peatones, que en su larguísima guerra interna.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasos pompeyanos. 05.02.2015

          Ya los romanos los usaban, como en Pompeya, de donde toman su nombre, para cruzar sus calles sin mancharse con la inmundicia y el barro . Pero ahora y aquí, el que se ha dicho que se hará al final del Paseo Bolívar definitivamente es un paso adelante en esta ciudad sin andenes por donde pasear y ni siquiera caminar. Decir que un semáforo allí causará trancones viales es exagerado aunque por supuesto no existirían nunca si estuviera unido con el anterior y el siguiente, generando por la Avenida 2º Norte una “ola verde”, es decir una serie de semáforos coordinados para permitir el flujo continuo del tránsito rodado sobre varias intersecciones en una misma dirección . Pero mejor seria el hundimiento de la Avenida desde el edificio Las Ceibas hasta el Conservatorio, y prolongar el puente peatonal del CAM hasta donde hoy está la Plazoleta de la caleñidad, ya propuestos por Sara María Giraldo, Heinz von Halle y el autor de esta co...

El estado de la cuestión. 21.02.2024

 Se trata de la base teórica sobre la que se sustenta un escrito, o que se rebate en su desarrollo posterior, y que forma parte del mismo. Pero si bien es lo ético en una columna de opinión, debería ser obligatorio en toda propuesta para la ciudad, lo que no suele suceder en Cali en donde cada cuatro años cada nuevo Gobierno Municipal simplemente ignora las propuestas de los anteriores e improvisa otras. Es lo que ahora hay que evitar en el caso del interés actual por el Centro de la ciudad o la propuesta para el Tren de cercanías, la que primero que todo se debería sustentar en la conformación del Área Metropolitana de la ciudad a partir de la que de hecho ya existe. El Área Metropolitana es la que engloba una ciudad principal (la metrópolis) que le da su nombre, y una serie de ciudades dormitorio, industriales, comerciales o de servicios (Wikipedia). Por eso la de Cali no se debe confundir con la región de ciudades del valle alto del rio Cauca, que se extiende de la Virginia a Sa...

‘La mansión’. 01.07.2020

Los ‘tiempos gloriosos’ de la casa solariega de la aristocrática familia Von Dranitz en el Este de Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial, es como Anne Jacobs subtitula a propósito su novela de 2017, pese a que se desarrolla mucho más en los que no lo fueron para nada durante la guerra y después hasta la reunificación de Alemania en 1989. Largos y diferentes tiempos que sin embargo recuerdan siempre ‘La arquitectura del poder’ (como titula Deyan Sudjic su libro de 2005 sobre este tema) comenzando por la portada de la edición en español de ‘La mansión’ que sin querer queriendo muestra un palacete como símbolo de una heredad en lugar de una gran casa señorial en el campo. Además uno de sus personajes, el joven Kacpar Woronsky, es el retrato de la apasionada relación de todo arquitecto que lo sea de verdad con su oficio/arte y sus clientes/mecenas. Hacia “planos, vistas laterales, la perspectiva delantera de un edificio ultramoderno [y] sus ideas eran originales, a veces alocadas, pe...