Mientras que la inseguridad campea en nuestras ciudades y la gente usa como se le da la gana sus calles y construye como a bien tenga, muchos funcionarios del Estado, del Presidente para abajo, dilapidan tiempo, dinero y esfuerzos en tratar de imponer sus creencias a los demás, como lo señala Enrique Santos Calderón (El Tiempo, 15/03/2009) , olvidando que en tanto tales deben respetar el libre desarrollo de la personalidad consagrado por la Constitución. Como ciudadanos tienen todo el derecho a ir a misa, no suicidarse, no donar sus órganos, dejar para después “el gustito", casarse, no abortar ni hacer control de la natalidad, no usar condón, eludir todo lo que no sea heterosexual, y no meter su dosis personal de marihuana, pero no a tratar de que pensemos como ellos. Tiene toda razón Héctor Abad cuando reclama en su columna ”emarihuanada” (El Espectador, 15/03/2009), la libertad de hacer con nuestro cuerpo y cabeza lo que queramos a condición de que no afecte a los demás, tal...