Ya lo dijo Aristóteles, las ciudades son un número de ciudadanos pero su finalidad es que vivan bien. Hoy en día la calidad de vida en estos grandes y complejos y ya inevitables artefactos, depende en primer lugar del acertado uso de su suelo, de la eficiencia de su intercomunicación, del número y calidad de su equipamiento urbano y servicios públicos. Como de una administración con suficiente continuidad y autoridad para que garantice a la gran mayoría de sus habitantes su utilización sostenible, segura, permanente, estimulante y significativa. En Cali, lo urgente es controlar el pésimo uso del suelo, muy difícil por ser de propiedad privada, por la nula aplicación del impuesto de plusvalía y por su casi inexistente control. Y mejorar mucho su intercomunicación, la que por supuesto no se soluciona llamándola movilidad y pensándola solo ...