Primero las rompieron en parte para
enterrar las líneas de teléfono. Desafortunadamente las acometidas las dejaron
aéreas. Después las rompieron casi completamente para cambiar el
alcantarillado. Sacaron unos tubos de cemento buenos y los reemplazaron por
otros tubos de cemento ligeramente mayores y, es de esperar, igualmente buenos.
Las tapas de las cámaras domiciliarias las hicieron tan mal que muchas ya están
rotas y todas caladas por las lluvias. Después las asfaltaron pero sin retirar
la capa existente, con el resultado de que sus niveles subieron dejando los
andenes mas bajos, por lo que los carros se suben a ellos fácilmente. Luego,
calle re pavimentada, calle rota nuevamente para poner la fibra óptica. Mejor
dicho las canalizaciones, pues la fibra nunca se puso. Ahora les toco el turno
a los andenes. Y falta el gas y, lo más importante, la enterrada de las redes
eléctricas.
Pero
no están ampliando los andenes, regularizando el ancho de las calzadas, que las
hay de todos los tamaños, ni uniformándolos para su mejor presentación. Ni
eliminando los obstáculos que hacen que los peatones tengan que bajarse a la
calzada. Tampoco los están reparando. Los demolieron, incluso muchos en buenas
condiciones, para volverlos a hacer iguales pero mal: sin sardineles, con
niveles con frecuencia hacia las casas y no hacia la calzada, mal terminados y
sin un despiese estudiado. En algunas partes quedaron más altos que las
entradas a las viviendas. Falta ver que las mezclas usadas sean adecuadas. Por
lo demás, no existen planos ni planeación: la obra no fue anunciada a los
directamente afectados y no hay avisos que informen que se está haciendo ni
quien lo financia. Tampoco hay cordones de seguridad ni avisos de
"peligro". Nunca los hubo en los más de cinco años que lleva esta
locura, que es anual pues a nadie se le ocurrió poner una cámara de servicios
desde el principio. Son las calles de San Antonio, pero podrían ser las de
cualquier otro barrio de la ciudad.
En
el Municipio dicen que se trata de un programa de reconstrucción de andenes de
la Secretaria de Obras Públicas del Departamento (! ?) y que tiene los permisos
requeridos, pero en la Gobernación no dan razón. Supuestamente es iniciativa de
una de las varias asociaciones o juntas o comités de vecinos que existen en San
Antonio y que se desautorizan unos a otros. Pero ¿de quien son los andenes? ¿A
quien corresponde su mantenimiento? ¿Quien aprueba sus modificaciones? Pese a
ser el barrio patrimonio histórico y urbano de la ciudad estos trabajos no han
sido consultados con la Filial del Concejo de Monumentos Nacionales, como
corresponde. Las calles, como su seguridad y control, son públicas. Ninguna
organización particular, por más buena voluntad que tenga y por más que recoja
opiniones (que son solo eso: opiniones, requerimientos, quejas, iniciativas)
tiene el derecho de hacer lo que considere con el espacio urbano. Los
particulares no deben suplantar al Estado: por eso el país esta como está. Otra
cosa es su necesario cambio y fiscalización; pero antes es preciso cambiar la
sociedad, que no parece entender en nuestras ciudades de que se trata lo
público.
Muchos
vecinos están ingenuamente convencidos de que se está mejorando su barrio, o no
les importa pues creen que es gratis. Pasan por alto que la plata sale de los
contribuyentes; o, lo que es peor, no son contribuyentes y no les interesa lo
que se haga con un dinero que creen no es suyo. Es lamentable que no sean
conscientes de que el Valle esta en una grave crisis financiera, y que estos
dineros, que se despilfarran en sus narices, estarían mejor empleados en las
poblaciones afectadas por el pasado terremoto o las inundaciones recientes. Las
buenas intenciones iniciales parecen dar paso pronto, en estos casos, al
clientelismo y la corrupción. Pero mientras estos hay que demostrarlos, y eso
esta bien, las buenas intenciones parecen justificar todo: no es necesario
demostrar que son buenas, deseadas y necesarias, y eso esta muy mal.
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