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Improvisaciones. 24.03.1999


Primero las rompieron en parte para enterrar las líneas de teléfono. Desafortunadamente las acometidas las dejaron aéreas. Después las rompieron casi completamente para cambiar el alcantarillado. Sacaron unos tubos de cemento buenos y los reemplazaron por otros tubos de cemento ligeramente mayores y, es de esperar, igualmente buenos. Las tapas de las cámaras domiciliarias las hicieron tan mal que muchas ya están rotas y todas caladas por las lluvias. Después las asfaltaron pero sin retirar la capa existente, con el resultado de que sus niveles subieron dejando los andenes mas bajos, por lo que los carros se suben a ellos fácilmente. Luego, calle re pavimentada, calle rota nuevamente para poner la fibra óptica. Mejor dicho las canalizaciones, pues la fibra nunca se puso. Ahora les toco el turno a los andenes. Y falta el gas y, lo más importante, la enterrada de las redes eléctricas.
          Pero no están ampliando los andenes, regularizando el ancho de las calzadas, que las hay de todos los tamaños, ni uniformándolos para su mejor presentación. Ni eliminando los obstáculos que hacen que los peatones tengan que bajarse a la calzada. Tampoco los están reparando. Los demolieron, incluso muchos en buenas condiciones, para volverlos a hacer iguales pero mal: sin sardineles, con niveles con frecuencia hacia las casas y no hacia la calzada, mal terminados y sin un despiese estudiado. En algunas partes quedaron más altos que las entradas a las viviendas. Falta ver que las mezclas usadas sean adecuadas. Por lo demás, no existen planos ni planeación: la obra no fue anunciada a los directamente afectados y no hay avisos que informen que se está haciendo ni quien lo financia. Tampoco hay cordones de seguridad ni avisos de "peligro". Nunca los hubo en los más de cinco años que lleva esta locura, que es anual pues a nadie se le ocurrió poner una cámara de servicios desde el principio. Son las calles de San Antonio, pero podrían ser las de cualquier otro barrio de la ciudad.
          En el Municipio dicen que se trata de un programa de reconstrucción de andenes de la Secretaria de Obras Públicas del Departamento (! ?) y que tiene los permisos requeridos, pero en la Gobernación no dan razón. Supuestamente es iniciativa de una de las varias asociaciones o juntas o comités de vecinos que existen en San Antonio y que se desautorizan unos a otros. Pero ¿de quien son los andenes? ¿A quien corresponde su mantenimiento? ¿Quien aprueba sus modificaciones? Pese a ser el barrio patrimonio histórico y urbano de la ciudad estos trabajos no han sido consultados con la Filial del Concejo de Monumentos Nacionales, como corresponde. Las calles, como su seguridad y control, son públicas. Ninguna organización particular, por más buena voluntad que tenga y por más que recoja opiniones (que son solo eso: opiniones, requerimientos, quejas, iniciativas) tiene el derecho de hacer lo que considere con el espacio urbano. Los particulares no deben suplantar al Estado: por eso el país esta como está. Otra cosa es su necesario cambio y fiscalización; pero antes es preciso cambiar la sociedad, que no parece entender en nuestras ciudades de que se trata lo público.
          Muchos vecinos están ingenuamente convencidos de que se está mejorando su barrio, o no les importa pues creen que es gratis. Pasan por alto que la plata sale de los contribuyentes; o, lo que es peor, no son contribuyentes y no les interesa lo que se haga con un dinero que creen no es suyo. Es lamentable que no sean conscientes de que el Valle esta en una grave crisis financiera, y que estos dineros, que se despilfarran en sus narices, estarían mejor empleados en las poblaciones afectadas por el pasado terremoto o las inundaciones recientes. Las buenas intenciones iniciales parecen dar paso pronto, en estos casos, al clientelismo y la corrupción. Pero mientras estos hay que demostrarlos, y eso esta bien, las buenas intenciones parecen justificar todo: no es necesario demostrar que son buenas, deseadas y necesarias, y eso esta muy mal.

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