Primero
fue la demolición, en las primeras décadas de este siglo, en el centro de la
ciudad, de las casas de arquitectura aun colonial que dieron paso a los
edificios moderno-historicistas con los que se escenifico la nueva capital del
nuevo Departamento del Valle del Cauca. Después se arrasó no solo con lo que
había quedado, sino también con buena parte de esos nuevos edificios, para
levantar las "torres" con las que se escenificaron a su vez los VII
Juegos Panamericanos. Recientemente, muchas casas, que formaban parte del mas valioso
patrimonio arquitectónico moderno del país, han sido reemplazadas por esos
mediocres edificios pseudo posmodernos con los que se lleno Cali con el boom
inmobiliario que genero el lavado de dineros del narcotráfico.
El Teatro Municipal se construyo demoliendo una vieja casa
deshabitada por haber muerto en ella una leprosa, pero los nuevos edificios del
Parque de Caicedo implicaron la demolición de la totalidad de las casas del
marco de la antigua Plaza Mayor. La torre mudéjar de San Agustín se demolió
para ampliar la CR 4ª para dar campo a los carros recién importados, y después
se demolieron el claustro y la iglesia para construir un horrible parqueadero.
La nueva Gobernación se levanto detrás del Palacio de San Francisco cuya
innecesaria demolición solo se explica por el deseo de cambiar la imagen de la
ciudad. El CAM se hubiera podido levantar al lado del cuartel del Batallón
Pichincha pero ¿quien quería conservar ese vejestorio incompleto? El Hotel
Alférez Real se demolió para dejar allí por muchos años un lote inútil
finalmente convertido en un mediocre parque, que la ciudad no necesita al lado
del río y de las extensas zonas verdes del CAM, conformadas demoliendo todos
los edificios a su alrededor.
Pero
lo peor es cuando las demoliciones se hacen con el dinero de los
contribuyentes. ¿Que sentido tiene comprar para demoler el sólido edificio del
Colegio Alemán en San Fernando para una biblioteca (si es que se construye) la
cual necesitara un edificio similar al que se demolió? ¿Que sentido tiene comprar
y restaurar las viejas y bellas bodegas del ferrocarril para volverlas ahora
una cárcel que es lo mismo que garantizar su lenta demolición? ¿Que sentido
tiene adquirir caro el edificio de la FES, Premio Nacional de Arquitectura,
para tugurisarlo como se esta haciendo? ¿O para feriarlo al mejor postor que
por supuesto no pagara por él lo que les costo a los contribuyentes? ¿Que
sentido tiene restaurar con tanto acierto la cubierta y las fachadas del
Palacio Nacional para dejar que su interior, que estaba en buen estado y uso,
se deteriore lentamente? ¿O, que decir de la espléndida Estación del
Ferrocarril del Pacifico que fue tugurisada de inmediato por el Municipio aun
sin haberla comprado?
Demoliciones
aún más preocupantes cuando las ejecuta gente con recursos. ¿Que sentido tiene
demoler la bellísima casa de Borrero, Zamorano y Giovanelli detrás del Carulla
de San Fernando para volverla un "mal" lote pues en su centro existe
un enorme samán, ese si, por fortuna, protegido por la reciente y novedosa conciencia
ecológica de los caleños? ¿Es solamente falta de imaginación no haberla
reciclado para oficinas o locales o restaurantes, o, adivinado sus muchas
posibilidades como vivienda? En cualquier ciudad civilizada se la hubieran
peleado los ricos de buen gusto pero aquí los nuevo ricos, pobres, han sido
siempre propensos a contraer la peste de las demoliciones, si es que no son su
germen.
Lo
que se echa de menos es la inexistente conciencia del valor económico y
cultural del patrimonio construido por parte de los caleños y sus alcaldes
populares cuyo corto periodo apenas alcanza para la improvisación. Pero no solo
es el desperdicio estúpido de no usar lo que ya esta construido, que significa
una inversión, sino que se trata de no causar un trauma social. Desaparecer las
tradiciones, los edificios y los lugares que unen culturalmente las diferentes
generaciones y procedencias de los habitantes de la Cali actual, es contribuir
a generar ese desarraigo creciente que tienen con su demasiado nueva y poblada
ciudad. Lo que a su vez contribuye a la violencia que mata (desaparece) un
numero creciente de sus habitantes.
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