Reclama el actual Director de Planeación de Cali (van tres), que es aconsejable preguntar para aclarar las dudas, cosa que precisamente la Administración no hizo oportunamente en el caso de San Antonio. Y ya de salida (le quedan seis meses), cita mañana en la antigua FES a una “conversación técnica y abierta” para permitirles a los habitantes del barrio, ahora sí, exponer sus inquietudes, preocupaciones y anhelos, y para “ descubrir cuáles son las verdaderas intenciones” y “reflexiones” sobre el cambio de uso que quieren imponer. Es decir para nada pues no se conocen los estudios en los que se basa semejante despropósito, pese a un derecho de petición al respecto del arquitecto Ramiro Bonilla, Presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio, ni se ha dado respuesta a los graves reparos legales señalados por el Dr. Fernando Jordán, ni se cuenta con un concepto favorable del Concejo Departamental de Patrimonio Cultural, pues San Antonio no sólo lo es, sino que buena parte está en el área de influencia de su capilla, que es un Monumento Nacional.
El diagnóstico hecho por la Universidad del Valle para el Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico y Urbano, bajo la dirección del profesor Francisco Ramírez, señalo cómo la conservación de San Antonio había sido posible porque era un "vecindario", un barrio de vecinos, de gentes que eventualmente tenían un pequeño taller o negocio que coexistía con su residencia allí. Y las normas que se propusieron iban justamente a privilegiar su uso residencial y los complementarios y limitar los otros, al tiempo que se mantenía la división catastral existente, sin subdivisiones ni englobes. Pero las cambiaron y por eso está pasando lo que ya está pasando. San Antonio sobrevivió mientras no había una renta diferenciada, pero la gente tiende a caer en la ilusión de obtener mayores ingresos sin prever que la transformación en los usos desemboca pronto en la especulación, y que en San Antonio el comercio no es posible por que en sus estrechas calles no se pueda estacionar ni se puede caminar por sus aun mas estrechos andenes, y especialmente por su pendiente topografía.
Para San Antonio –y sus propietarios- es un peligro la renta diferenciada del suelo, como lo ha registrado en Granada y la Avenida Sexta el profesor Edgar Vásquez, y se puede comprobar también en El Centenario, Versalles y San Vicente. Es matar la gallina de los huevos de oro, concluye el arquitecto Ramírez, pues lo que lo hacía atractivo (que era un barrio de verdad) es lo que desaparecería. Y tampoco, como ya se explicó, se puede convertir en un sector comercial, por lo que lo que es verdaderamente importante es esta deliberada y sistemática destrucción de los elementos estructurantes de la ciudad que señala el arquitecto Andrés Erazo, profesor de la USB-Cali. Necesitamos alcaldes y directores de Planeación que entiendan de ciudades y sepan de la historia de Cali, y que respeten que son elegidos y pagados por los ciudadanos, cerca del 90% de los cuales se opone al cambio de uso en San Antonio según una encuesta de El País. De eso es de lo que habría que hablar mañana pues como dice el ingeniero Carlos González, estamos llegando a un nivel de desatino desesperante.
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