Mientras que la ciudad se olvida de si misma con el opio de la Copa América y la frivolidad de lo que llaman "las tascas" y se engolosina con el mal gusto de lo que se cree su "enlucimiento", el alcalde amenaza con "hundir" su metro. Pero no con hacerlo subterráneo (que no sería necesario, precisamente) sino con abortar todo el proyecto mismo de transporte masivo. Mientras tanto Metrocali ignora el sensato llamado que los vecinos de la Carrera 80 hacen para que no se destruya insensatamente lo que ya existe allí, repitiendo la lamentable historia de la prolongación al sur de la Avenida de Circunvalación, y nadie le para bolas al sorprendente ofrecimiento de los transportadores. Dicen ellos, con toda la razón, que el problema del transporte en Cali se debe es a la desorganización de su trafico y al mal estado de sus vías, y piden -y ahí esta el mico que hay que arrebatarles- que se destinen los dineros del metro a su arreglo, y ...