Mientras que la ciudad se olvida de si
misma con el opio de la Copa América y la frivolidad de lo que llaman "las
tascas" y se engolosina con el mal gusto de lo que se cree su
"enlucimiento", el alcalde amenaza con "hundir" su metro.
Pero no con hacerlo subterráneo (que no sería necesario, precisamente) sino con
abortar todo el proyecto mismo de transporte masivo.
Mientras tanto Metrocali ignora el
sensato llamado que los vecinos de la Carrera 80 hacen para que no se destruya
insensatamente lo que ya existe allí, repitiendo la lamentable historia de la
prolongación al sur de la Avenida de Circunvalación, y nadie le para bolas al
sorprendente ofrecimiento de los transportadores. Dicen ellos, con toda la
razón, que el problema del transporte en Cali se debe es a la desorganización
de su trafico y al mal estado de sus vías, y piden -y ahí esta el mico que hay
que arrebatarles- que se destinen los dineros del metro a su arreglo, y
aseguran -contando con la ingenuidad irremediable de los caleños- que se
organizaran entre ellos racionalizando equipos, rutas, paradas y frecuencias.
¡Increíble! Pero podría ser cierto: les va su futuro en ello.
Por
su puesto que lo primero que habría que hacer, si entre nosotros hubiera
autoridad y no autoritarismo, sería reparar las calles, hacer andenes y
organizar el trafico y las rutas y paraderos actuales, pero no con los dineros
asignados al metro, pues este es ineludible para un verdadero sistema de
transporte urbano. De otro lado, ojalá que los que pensaban que los buses
articulados serian una alternativa a los trenes hayan visto a lo que quedaría
reducida la Calle Quinta si pasaran por ella: no habría posibilidad ninguna de
ensanchar sus actuales ridículos andenes, y la necesidad de poder ir
eficientemente de Yumbo a Jamundí seguiría en el limbo.
¿Cuando
entenderemos que no se trata de un simple problema de transporte (que desde luego no lo es simple) sino de
civilización? Que se trata ante todo de poder construir amplios andenes para
que los ciudadanos no solo puedan caminar sino mirarse discretamente con placer
y coquetería, y que esto solo se logrará sacando los buses de las ahora vías
principales para que puedan volver a ser memorables calles y avenidas para la
gente y no únicamente para los carros. Que las ciudades no solo son sus
funciones sino y sobre todo sus espacios: específicamente la calidad y belleza
de sus espacios públicos por excelencia como son, hay que repetirlo hasta el
cansancio, sus calles, avenidas, plazas y parques. Y que se trata tambien de
poder ver gentes y mundos y no solo de trasladarse como se pueda de una parte a
otra.
Esta es una región de ciudades única no
solo en el país sino en la subregión andina pero mientras que a partir del año
entrante se podrá ir a Venezuela, Perú y Bolivia solo con la cédula como ya
pasa con Ecuador y con Panamá, a donde
ya se va sin visa, y hay varios vuelos diarios a todas sus capitales, ir a
Yumbo o Jamundí, que están ya conurbados con Cali, es casi lo mismo que ir a
Buga o Santander de Quilichao, que están a una hora: todo un viaje en lugar de
un agradable, limpio, seguro, fresco y corto paseo.
La
tecnología para el transporte masivo que escoja (o no escoja) la ciudad, dirá
mucho sobre lo que son Cali y los caleños y sus autoridades, y lo que serán.
Hasta ahora es evidente la falta de visión y de cultura ciudadana de
autoridades y ciudadanos: ni unas ni
otros lo son de verdad. Por eso estamos ad portas de una nueva equivocación
similar a la de hace 30 años cuando se comenzaron a destruir las partes de la
ciudad que se consideraban viejas, solamente por serlo, con la disculpa de los
Juegos Panamericanos.
Tal
parece que las equivocaciones vienen desde la misma Independencia, como
sostiene Álvaro Mutis; es la anarquía de que habla Antonio Caballero, que ha
penetrado poco a poco toda la vida nacional. Por eso hay que recomenzar, entre
otros asuntos, por cosas inmediatas y sencillas como no destruir áreas verdes
para ampliar vías o poner puentes inútiles y en cambio ensanchar andenes y
poner semáforos que consideren tambien a los peatones. Cali los necesita.
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