Repetir que entre gustos no hay disgustos es una mas de las mentiras con que hoy disculpamos la creciente fealdad y cacofonía de nuestras ciudades. Esconde el individualismo e intolerancia propios de nuestro cercano origen campesino. En las ciudades hay que entender y valorar el gusto de los demás y respetarse mutuamente. Algunos no podemos aguantar veinticuatro horas seguidas de vallenatos a todo volumen, alternados con música de carrilera, con los que un vecino se pone de repente en ambiente de feria olvidando que esta lo es en la medida en que sea colectiva y tradicional. ¿Pero sería diferente si fueran las maravillosas (para unos) partitas y sonatas para violín sin acompañamiento de Bach? Se sabe de alguien que las pone para que las visitas aburridoras se marchen pronto. Santo remedio. Chucho Reyes, el pintor mexicano del que el gran arquitecto Luis Barragán decía que había sido su único maestro, cuando fue preguntado sobre la belleza, afirmo, sin pestañear, que lo bello era lo q