Hace apenas medio siglo se nos repetía
que había que tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. 25
años después muchos se dieron cuenta de que habíamos talado muchísimos árboles,
dejado de leer libros y tenido demasiados hijos (Laurence J. Peter: El plan de
Peter, 1975). Entre todos, unos mas que otros, dañamos el planeta pero, como
siempre, los mayores responsables serán los que sufrirán menos. Se lo entiende
con claridad viendo el impactante documental de Al Gore, “convenientemente”
anunciado en los cines de Cali como “la película mas terrorífica que jamás
hayas visto” pese a que no es una película ni de ciencia ficción y menos de
horror. Mucho de lo que allí se muestra es fácilmente comprobable: no es
sino, por ejemplo, volar temprano a Bogotá y ver en lo que han quedado nuestros
nevados. Y por supuesto lo que horroriza es la codicia y miopía de
los que no se quieren dar por enterados, pues por ahora no les conviene, de que
el calentamiento global es una realidad que nos afectará a todos mas temprano
que tarde, incluyendo a sus hijos.
Hoy lo que es urgente
es sembrar muchos árboles y consumir solo madera cultivada, y recordar que,
como lo dijo Borges, no somos lo que hemos escrito sino lo que hemos leído.
Pero también ayudarían mucho unos pocos pequeños grandes cambios. Reemplazar
los bombillos incandescentes por pequeñas lámparas fluorescentes de luz calida.
Escoger carros mas eficientes y tener siempre sus llantas con la presión
indicada, y usarlos menos caminando mas y recurriendo al transporte colectivo.
Reciclar mas cosas. Clasificar la basura. No desperdiciar criminalmente el agua
potable. Gastar menos agua caliente. Apagar los equipos electrónicos cuando no
estén en uso. Rechazar los productos con un exceso de empaque (o que este sea
usable para otra cosa o reciclable). Elegir vestidos y horarios acordes con el
clima. Preferir productos locales. Y construir edificios bioclimáticos. En fin,
ser parte de la solución y no del problema, como nos recomiendan en www.climatecrisis.net.
Pero lo mas importante
es de lo que menos se habla pues es inconveniente para las creencias y
costumbres de muchos, o simplemente se desconoce. Después de milenios de crecer
muy lentamente, la población humana del planeta se disparó en el último siglo
de la mano del desarrollo tecnológico, y con ella la de unos pocos animales y
vegetales domesticados, provocando que muchísimas otras especies estén
desapareciendo rápidamente. Éxito que paradójicamente nos puede llevar al
colapso. De unos pocos pasamos a mas de seis mil millones, y la mayoría quiere
consumir cada vez mas. Todo un pecado, este si mortal, al que lleva todavía en
buena parte del mundo el fundamentalismo de muchas jerarquías religiosas, como
lo señaló Aura Lucia Mera en su columna sobre el Choco, y costumbres sociales
suicidas. Hoy hay que tomar como un imperativo lo de tener solo un hijo pues
por delante de todas las amenazas medioambientales está el exceso de población.
Y, primero que todo, evitar los niños no deseados mediante una mejor educación
sexual, facilitando el uso de contraceptivos y legalizando el aborto en donde
aun no lo haya sido.
Comentarios
Publicar un comentario