El mal gusto generalizado en las últimas décadas, junto con la inseguridad y la precariedad de espacios y servicios públicos, y la inexistencia de un comportamiento ciudadano civilizado, impide que la muy reciente vida urbana de la mayoría de los Colombianos sea digna y gratificante. Las excepciones, como algunas partes de Bogotá, o el refugio artificial de ciertos centros comerciales, como en Cali, son parciales. Esto lleva a esos ciudadanos que aun no lo logran ser, a buscar el placer de lo urbano, que no pueden obtener en las ciudades a las que llegaron ellos, sus padres o abuelos, en las mentiras de la televisión y el cine, o a tratar de suplirlo con el ruido permanente y la cacofonía visual de su nuevo hábitat. Muchos tienen problemas psíquicos o viven una realidad dual pues los programas y películas que ven suelen tener lugar en paisajes espectaculares, ciudades hermosas y limpias, calles bellas, avenidas majestuosas, plazas maravillosas, parques agradables, edificios bonitos y...