Cali, ya de casi 450 años, les pareció vieja a los recién llegados y trataron de rejuvenecerla con una cirugía urbana total. Destruyeron los símbolos de la pequeña capital de provincia que era desde hacia unas décadas, como el Palacio de San Francisco y el cuartel del Batallón Pichincha, junto con su hotel, el Alférez Real, y su club, el Colombia, que cedió su importancia al Campestre, en las afueras, claro. Y los nuevos emblemas de su incipiente desarrollo capitalista, como la Universidad del Valle, Cavasa, Palmaseca y, hoy, el centro de eventos, se desparramaron, aun mas lejos, para beneficio de los terratenientes que la rodeaban. Los ricos de entonces, que habían evitado el centro tradicional, instalándose al otro lado del Río Cali, en el Centenario, Juananbu, Granada y Versalles, saltaron pronto a San Fernando, Santa Rita, Santa Teresita y Santa Mónica y, junto con los ricos de ahora, cayeron finalmente en Ciudad Jardín, en donde hoy tiene cada vez mas fuerza un caótico y agringa...