Dice el arquitecto Eduardo
Rojas, con las razones citadas abajo y que cualquiera puede comprobar, que
encontró un ejemplo de que aquí si puede haber una buena ciudad.
Recuerda que en la facultad nunca le hablaron de Pereira, no estando muy
lejos de Cali, y que por lo que sabe allá no existe una reconocida facultad de
Arquitectura. Y se pregunta porque es mejor que Cali. Es el tipo de
cuestionamientos que nos deberíamos hacer, y que algunos hemos hecho desde hace
años, pero la verdad es que las respuestas son inconveniente para muchos. Tanto
para los que han (des) orientado a Cali, desde el sector público como el
privado, como para los arquitectos que la han (mal) diseñado en las ultima
décadas. Pero incluso los que lo han hecho bien han permanecido cautelosamente
callados, como en general todos nuestros arquitectos, con ocasionales pero
importantes excepciones como el desaparecido Grupo Ciudad, o la SCA, la que
desafortunadamente abandono la columna institucional que tuvo en una revista de
El Pais hace algunos años.
“En todo el centro de Pereira –como dice Rojas- hay andenes
amplios y a nivel, adoquinados en el mismo material que la zona de transito
vehicular (seria el paraíso de los discapacitados), son de muy poca altura y no esos turupes que usualmente solemos
encontrar aquí […] su sistema de transporte masivo es armónico con la calle, no
son dos carriles forzadamente puestos en una calle estrecha sino que todo
fue generosamente pensado para que tanto el vehículo publico y el privado
puedan transitar sin ningún problema […] sus mas nuevos edificios comerciales
están insertados y juegan un papel fundamental con el espacio publico (el
centro comercial Victoria Plaza y mas aun, asombrosamente, el Éxito) y el
centro esta en un proceso de reconstrucción en el cual están demoliendo viejos
edificios que ya se habían convertido en ollas desde hace rato, mejor dicho es
todo un ejemplo para Cali y por no ser una ciudad tan grande como Bogotá o
Medellín, las intervenciones urbanas son aun mas notorias. Y ni hablar de las
vías principales de acceso y salida de la ciudad, asombrosamente también tienen
muy buenos andenes.”
Pero es que los responsables de la Cali de hoy han sido esos que creen que es moderna por sus edificios innecesariamente
altos, que llaman torres con orgullo, o por sus muchas intersecciones a dos
niveles, la mayoría de ellas inútiles, o por sus aparatosos puentes peatonales,
que muchos no puedan usar. Que sueñan, viendo las florecitas amarrillas de los
corredores del Mio, con los azules buses articulados que algún día pasaran por
la Calle Quinta pues de sus verdes samanes ya no se acuerdan. Los que no
conocen andenes de verdad y se avienen a caminar por las calzadas, ni semáforos
con tiempo para los peatones y cruzan las calles corriendo. Los que trepan sus
carrotes en antejardines y aceras y consideran como cosas viejas el patrimonio
construido y las ciudades de calles paramentadas de alturas regulares. Los que
no conocen a Pereira o que cuando ocasionalmente pasan por allí (suelen volar a
Bogotá, Medellín o Cartagena y de preferencia a Miami) no la ven pues no saben
que mirar ni para qué.
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