Es tan pequeña la vírgula de la coma en
la tipografía moderna que, evidentemente, lo que permite diferenciarla del
punto es que la coma está seguida de una minúscula, en tanto que el punto lo
está de una mayúscula. Es decir, que se podría eliminar la coma. No la
puntuación, sino simplificar su símbolo. Sería como el punto y aparte, que se
sabe que es aparte pues ¡no esta seguido de nada! Eliminar una tecla en millones de teclados
significaría un ahorro considerable de energía en su producción y uso. Vale la
pena, y se hará en algún tiempo. Como sucedió con el sistema decimal, en el que
el valor de un número depende de su posición a la izquierda o derecha del punto
(o la coma, opción inútil en este caso, que de paso se eliminaría) que
reemplazó, junto con los mas sencillos números arábicos, al engorroso sistema
de numeración y números romanos, haciendo posible el desarrollo de las
matemáticas por los Árabes que, precisamente, inventaron -o descubrieron- el
algebra. Igual pasó en la música con las cuerdas, que pasaron en el siglo XIX a
ser apenas cuatro e interpretadas por solo tres instrumentos, pues el segundo
violín es igual al primero y ni siquiera esta afinado distinto. Solo con el
simplificado y racionalizado sistema binario (uno o cero) que usan los
computadores es posible la vida, o por lo menos tal como es hoy. Pero la
simplificación y racionalización también pueden significar mejor calidad de
vida, y eso es más importante.
Mejor
calidad de vida que, en las ciudades, significa no solo mejores viviendas sino,
sobre todo, mejores espacios públicos y mejores condiciones para su uso. El
transito en Cali, y en general en el país, seria mejor si se emplearan las
reglas y señalización europeas, mucho mas sencillas y racionales, que el
híbrido que se usa actualmente. Para cada caso parece haber una norma y en
consecuencia no se señalan simplemente las excepciones, por que todos los casos
los son. Así, hay que señalarlo todo, meta que satisface por igual el horror
por lo vacío y el gusto por los contratos que tienen las administraciones
municipales locales, que no pierden tiempo en llenar la ciudad cada tres años
de señales de transito (cada una con su propio soporte) en donde ya existen,
pues, curiosamente, no se ponen en donde sí hacen falta.
Por
su parte, los espacios públicos, y la vida misma, serían mucho mejores en Cali
si su reglamento urbano fuera sencillo, racional y permanente. Como el de
muchas ciudades, que se publica completo en una pagina del periódico local,
como en efecto se hace en Edimburgo, por ejemplo, para que todos sus ciudadanos
sepan a que atenerse y cuales han sido las pocas modificaciones que se han
hecho para actualizarlo y mejorarlo. Si algo genera violencia en las ciudades
colombianas es el cambio permanente de usos del suelo. No existen alturas ni
paramentos uniformes, por sectores, barrios o calles, sin los cuales es
imposible tener espacios urbanos al menos ordenados. Y si hay algo que se
preste mas a la interpretación, y por tanto a la corrupción, es una legislación
larga y ambigua. Como pasa en Cali...y en Colombia, pues ¿que otra cosa es la
Constitución del 91, la mas extensa del mundo, pero que ya hay que reformar?
En
los años 30 y 40 la Bauhaus, uno de los cimientos del diseño moderno, eliminó
las mayúsculas en sus textos. Si existe el punto ¿para que la mayúscula
después? Se eliminaban 32 posibilidades (todas las mayúsculas) pero se hubiera
ahorrado tan solo una tecla o si mucho dos, (los teclados las tienen a lado y
lado). Por eso esta iniciativa fracasó, como fracasó el esperanto y la ciudad
moderna, o al menos su vulgarización, que es lo que se hace aun en Cali.
Quedaron algunos libros en esperanto y la posibilidad, eso si, de hacer bellos títulos en solo minúsculas. Y
muchos edificios modernos en el mundo, cuya arquitectura terminó recientemente
por reconciliarse con la transformada ciudad tradicional, al no tratar ya de
eliminarla, lo que sería un error similar al de eliminar la coma y no solamente
simplificar su símbolo. Error, por supuesto, fácil de seguir cometiendo en Cali
en donde ya prácticamente no queda ciudad tradicional.
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