Se inauguró la semana pasada una muy
interesante exposición de cerca de 40 proyectos realizados en los tres últimos
años, por arquitectos que viven y trabajan en Cali, para participar en
diferentes concursos de arquitectura nacionales, principalmente en Bogotá y
algunos en Medellín pero, significativamente, ninguno en Cali. La mayoría son
serios y novedosos, y muy superiores a la casi totalidad de los proyectos
construidos en la ciudad en este quinquenio. Muchas de estas propuestas
obtuvieron premios o menciones, o muy buenos puntajes. Es el fruto del trabajo
dedicado de más de 200 profesionales entre arquitectos, dibujantes, maquetistas
e ingenieros.
Queda
nuevamente demostrado que la pobreza de la arquitectura reciente de Cali, salvo
pocas excepciones, no es un problema de falta de buenos arquitectos. Los hay
suficientes; y si hubiera necesidad, pues se hubieran podido traer de Bogotá o
Medellín y hasta del exterior. Queda en evidencia la absoluta carencia de
cultura arquitectónica y urbana tanto de los promotores privados y oficiales
como de los funcionarios de los diferentes Gobiernos Municipales de este final
del siglo. Brincándose la obligación de realizar concursos públicos -legal en
unos, ética en otros y de carácter practico en los demás- han asignado a dedo a
arquitectos no siempre buenos el diseño de importantes edificios y obras
públicas, insensibles a su resultado final, guiados por amiguismos o mezquinos
intereses y componendas o por simple ignorancia. Ninguno de los arquitectos con
trabajos en la muestra ha tenido la oportunidad de participar en el diseño de
las obras públicas que se han construido en Cali recientemente y, con la
excepción del arquitecto Jaime Cárdenas (que tiene varios proyectos premiados
en la exposición y muchos edificios en la ciudad) los demás casi no tienen
proyectos privados construidos aquí.
Es
de esperar que la nueva Junta Directiva de la SCA, que ha buena hora realizó la
exposición, presione todo lo posible para que el diseño de todas las obras
públicas del Departamento y el Municipio sean realizadas mediante concurso
abierto, como obliga la Ley. Desafortunadamente los funcionarios lo que buscan
es evadirla, invocando sus excepciones o amparándose en sus ambigüedades, pues
lo que les interesa no es el objeto del proyecto sino como sacarle partido
personal y politiquero a la asignación de su diseño. Por su puesto también,
como se hace en muchas partes, se podrían dar los proyectos de los más
significativos edificios y espacios urbanos de la ciudad a arquitectos
destacados y reconocidos nacional e internacionalmente, cosa que no se hace
años en Cali y que confirma lo dicho: aquí no hay interés por la buena
arquitectura y la mejor ciudad; solo por el clientelismo y la tajada.
Por
otro lado, los empresarios privados creen ingenuamente que economizan
utilizando arquitectos mal pagados, con frecuencia con una deficiente formación
profesional o simplemente sin experiencia, pues confunden la tacañería con la
economía. Para rematar, muchos buenos proyectos son demeritados por la
arbitrariedad de clientes y usuarios que sin ningún respeto por el carácter
público de todo proyecto de arquitectura en la ciudad o con la necesidad, harto
primitiva y violenta, de mostrarles a los demás su mal gusto y prepotencia,
imponen modificaciones y agregados desafortunados. Aquí también tiene la nueva
Junta un importante trabajo por delante: la concientización de la ciudadanía,
el convencimiento de los constructores de que lo mejor es sencillamente lo
mejor aun cuando sea aparentemente más caro y, por supuesto, la colaboración
con las escuelas de arquitectura locales para formar mejores profesionales.
La
exposición está abierta unas semanas más en la SCA (cl 6ª esquina cr 4ª) vale
la pena visitarla.
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