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Simplemente robos. 27.01.2000


A la memoria de Rodrigo Lloreda Caicedo

En un país en donde los secuestrados son apenas retenidos, donde se llama doctor a cualquiera y no a los verdaderos Ph.D., donde las nalgas reales son simples "derrieres" y últimamente "pompis" y no bellos traseros por no decir maravillosos culos, llamar robos a los que no lo son a mano armada o violentado cerraduras es difícil. Y peligroso. ¿Pero como llamar de otra manera la demolición de andenes, sardineles y separadores en buen estado para reemplazarlos por otros que ni siquiera están mejor hechos y que se dejan sin terminar? ¿Como llamar el que calles recién pavimentadas se rompan para introducir canalizaciones una y otra vez? ¿Y como, el repavimentarlas sin remover la capa anterior con la consecuencia de que los edificios y casas están cada vez más hundidos? ¿Que sino un robo continuado son las señales de transito repetidas en muchos sitios no una sino dos, tres y hasta cuatro veces cuando en otras partes donde se necesitan no existen? ¿Y las que existen pero no que se necesitan, como llamarlas? ¿Que decir de los puentes peatonales que muchos peatones ni siquiera pueden escalar? ¿Y los cruces a tres niveles por los que pasan poquísimos carros pero que dejan las calles sin semáforos por lo que los peatones ya no tienen como cruzar las esquinas? ¿Como llamar el despilfarro de dinero en la remodelación (incompleta) de la Avenida Sexta ahora en un deterioro peor que el de antes?
          ¿Es exagerado decir que es un robo la demarcación en las calles de carriles que no se ven de noche pues casi nunca se usa la pintura adecuada (¿será que se la roban?) y que nadie respeta no solo por la indisciplina de los conductores sino por lo antitécnico de su trazado? ¿Y que pensar de las fuentes bellas, fáciles de mantener y en buen estado (como la del arquitecto Jaime Vélez al lado del Club Colombia) remodeladas sin ninguna necesidad para reemplazarlas por otras feas y que nunca pueden estar bien por mas de un par de semanas? ¿Y que será sino un robo las que nunca funcionaron debajo de los puentes (a quien se le ocurre) y que poco a poco desaparecen pues se están robando sus diferentes partes? Y los postes de vil plástico del parque lineal del Río Cali que se los robaron dos veces: cuando decidieron poner imitaciones totalmente robables de los bellos postes viejos de hierro de la luz publica de la ciudad, y cuando se los robaron robados: ya no queda uno solo. ¿No es como un robo que cada nueva administración cambie el sentido de muchas calles como para tener que contratar una nueva señalización mientras que descaradamente permanece la anterior? Y ¿que decir de los más de mil millones que supuestamente costó el esperpento inútil del Parador Blanco? O ¿que son las cinco baterías de baños que se construyeron una tras otra en un colegio de un municipio del centro del Valle, cada vez que se "estropeaba" la anterior, sino cuatro robos seguidos? O esas barandas destrozadas de los puentes de Cali que se pintan sin arreglarlas.
          Dirán que es improvisación, pero la improvisación continuada ¿no es como un robo? ¿Y la tolerancia? ¿Que decir del robo descarado y cada vez más común del espacio de uso público de andenes y antejardines y hasta calles enteras ante el silencio cómplice de las autoridades? ¿Y que  de los edificios a los que se permite invadir el espacio aéreo circundante con voladizos no permitidos o absurdos puentes? No son robos simples: no solo son el robo del dinero de los contribuyentes sino el gravísimo robo de las posibilidades de que los ciudadanos tengan un mejor espacio urbano publico y por lo tanto una vida más digna y placentera. Son robos que llevan a la guerra. Al menos que se los nombre como lo que son: robos. Corruptos son los que reciben y los que dan pero los que toleran y no denuncian no son simplemente idiotas, pues se roban a si mismos, sino también cómplices. ¿Será solo el tapar y callar cobarde de muchos colombianos ante la "viveza" de unos cuantos? ¿O será que entre bomberos no se pisan las mangueras? Difícilmente se logra así la paz. Cómo hacen de falta ciudadanos, periodistas y políticos que llamen a las cosas por su nombre. Los pocos que hay los matan... o se mueren prematuramente.


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