Todas las ciudades tienen lugares que
las hacen tales: esquinas, calles, parques, plazas, plazuelas, monumentos,
edificios, miradores, etc. Cali también: la Plaza de San Francisco al atardecer
cuando la brisa arrecia y la luz se torna dorada y resalta la maravillosa Torre
Mudéjar; la de Caicedo (como está en el
pedestal del prócer) a cualquier hora mientras duren las zanconas palmas; el
Paseo Bolívar donde pasa de todo y se secan las ceibas; la Colina de San
Antonio mirando lo que queda del viejo centro con lo que queda del no tan viejo
barrio en primer plano; el bellísimo y desaprovechado parque del acueducto
amenazado por la estupidez oficial; el del Perro, con sus perros y ya sin su
grotesco "teatrino"; algunos sitios de la Avenida Sexta todavía y
todavía también el Café de los Turcos que no se llama así y que eran tres y
solo quedan dos que son en realidad uno. En fin, La Tertulia y el Obelisco que
ojalá el nuevo edificio del museo integre. Todo el río. Muchos parques de
barrio. Las Tres Cruces ahora no existen y Cristo Rey siempre estuvo lejano y
arriba. Todos son lugares viejos, casi lugares comunes. En los últimos 40 años
Cali duplicó los sitios pero no los lugares. ¿O es que los centros comerciales,
en su pobreza arquitectónica, son ya lugares urbanos de verdad? Sucedáneos, si,
pero no auténticos lugares públicos; seguramente con el tiempo otro tipo de
espacios en la ciudad moderna pero no en reemplazo de los de siempre. No son
públicos no por que los cierren (Burlington Arcade y muchos parques de Londres
y de otras muchas ciudades se cierran) sino por que aquí no son democráticos:
no a todos los dejan entrar y justamente por eso van los que van. Por lo
contrario todas las calles, plazas, parques y monumentos de la ciudad son
totalmente públicos: de todos. Ciudad, libertad y democracia son inseparables.
Será por eso que la "subversión" carece de un proyecto urbano y que
-excepto en la Bogotá de Mockus y Peñalosa- sea tan precario en el país.
Hay
muchos sitios nuevos en Cali pero pocos lugares con historia pues la mayoría no
perdura o carece de carácter, con dos importantes excepciones: el Parque
Panamericano que es una auténtica plaza, pese a su paramentos distantes y
desdibujados, que reúne multitudes los domingos buscando el simple encuentro; y
el barrio El Peñón, ejemplo de una renovación que no destruyó completamente los
valores tradicionales, en el cual hay actividades muy urbanas como la venta de
cacharros, vejeces y algunas antigüedades los domingos en su parque, y la
apertura cada vez mas frecuente en casas remodeladas de restaurantes, como
sucede en las verdaderas ciudades en las que hay restaurantes en todos sus barrios
pero también se agrupan por sectores. En El Peñón hoy se ofrecen diversas
comidas étnicas: japonesa (dos), china-neoyorkina, mexicana, francesa,
alsaciana, italiana, árabe, alemana, colombiana e internacional; hay dos
pizzerías, tres restaurantes de hotel, una panadería italiana y una
delikatessen. Incluso ya algunos anuncian sus platos y precios a la entrada.
También un café gourmet que, se infiere del agudo y divertido ensayo de Josef
Joffe (Time, diciembre 6 de 1999) significa hay paz en esta parte de la ciudad:
los matones, a lo largo de la historia ¡solo han bebido café malo!.
Sin
embargo, los grandes espacios públicos únicamente los encuentran los caleños en
Bogotá o Cartagena o en las ciudades europeas o americanas a las que escapan
los que tienen con qué; o, virtuales, en la TV los que no, que son mayoría. Sin
lugares no hay ciudad: apenas gigantescos asentamientos sin el silencio y
tranquilidad de los pueblos. ¿O, que es la ciudad si no la suma de muchas
interacciones de diversas actividades y personas con muchas arquitecturas que
las albergan? Los sitios convertidos en lugares por la arquitectura y los
quehaceres de cada uno que eventualmente coinciden con los de otros, forman el
imaginario colectivo de la ciudad en tanto artefacto habitado. El hombre no
inventó la ciudad, más bien la ciudad creó al hombre y sus costumbres dice
Guillermo Cabrera Infante en El libro de las ciudades . La arquitectura, añade,
y es novedoso, "es el único arte que no se busca en libros, museos o
cines, pues es la arquitectura la que nos busca, nos encuentra y a menudo nos
asalta."
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