A la memoria de Renato Giovanelli
Dice
Álvaro Mutis (Artes de México, N° 23 de 1994) hablando de la biblioteca del
gran arquitecto mejicano Luis Barragán, en la que muchos libros se refieren a
la orden franciscana y su fundador, que "no es […] una mera coincidencia
[…] el impacto que hizo en el arquitecto la seráfica lección del Poverello. La
escueta función de la luz sobre los muros, las formas que tienden casi todas a
repetir fragmentos de la cruz, la líquida transparencia de sus espejos de agua,
la selección de los colores, la limpidez
de la ordenación del espacio habitable, todos estos elementos que signan y enaltecen la obra de Barragán,
son un secreto homenaje al ideal franciscano […] una voz y una obra como la de
Luis Barragán nos están llamando al orden […] que él supo proponer en cada una
de las casas que construyó, en cada muro y en cada jardín que diseñó, con la fe
de los que saben que la creación de belleza es una forma altísima de
oración." Cree Mutis que todo arquitecto cumple una función religiosa en
su esencia: "construye la
habitación donde ha de morar y laborar el hombre, criatura de Dios rescatada
por la sangre de Cristo." En la antigua Roma toda construcción se iniciaba
con ritos propiciatorios que tienen en todas las religiones un significado
trascendente que se celebra de las más diversas formas. Todo esto lo debió
entender a cabalidad Barragán, piensa Mutis, "con intensidad y constante
inspiración hacia una idea que no debía estar muy distante de la que inspiró al
gran santo de Umbría y a los misioneros franciscanos que vinieron a tierras de
América."
Aunque
San Francisco había advertido "que los hermanos se preocupen mucho de no
recibir iglesias, ni habitaciones, ni nada de lo que los hombres construyen
para ellos" a poco de morir se inició apresuradamente la magnifica
basílica de Asís (ya restaurada después del terremoto de hace unos años) y otra
iglesia en su amada Porciúncula. Pero fue en
América, como menciona Mutis, que la Contrarreforma y el Nuevo Mundo
produjeron esas maravillosas iglesias y conventos coloniales dedicadas al
santo, desde California y La Florida hasta la Patagonia, que hoy abandona la
orden que los levantó y cuyas lecciones de arquitectura y austeridad ya ni
siquiera ve. En el país sus muchos ejemplos incluyen en Cali la maravillosa
Torre Mudéjar de la Iglesia Vieja de San Francisco, cuyo arquitecto aun se
desconoce, la que pronto habría de dar paso a la ambiciosa Iglesia Nueva, posiblemente
diseñada por el presbitero Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
Comenzada en 1803 en el periodo colonial, fue terminada en 1827 en plena
Independencia. La escueta función de la luz sobre los muros y la intensidad y
limpidez del espacio arquitectónico que enaltecen la inspirada Torre Mudéjar
fueron remplazados por la imagen de un historicismo que tenia al Gesù de
Vignola, de Roma, como ya trasnochado modelo.
Intensidad
e inspiración que han desaparecido en la arquitectura actual de Cali. Por
ejemplo, en los bloques recientes de la Universidad de San Buenaventura se ha
confundido la vistosidad con la buena arquitectura y poco se respetaron los
austeros y ordenados edificios del anterior seminario franciscano que allí
había y menos aun el maravilloso paraje casi idílico en que están. Es como que
poco hubiera interesado lo que Mutis descubrió de la arquitectura en la
biblioteca de Barragán: la luz sobre los muros, los reflejos de los espejos de
agua, los tonos y claroscuros. Pero ya desde la fundación de la orden había
aflorado el conflicto entre los "espirituales" y los que solo querían
modificar sus restricciones sobre la propiedad. El célebre (y espiritual)
filósofo franciscano Guillermo de Ockhan fue excomulgado en 1328 por diferir
del papa en este asunto. Hoy parece olvidada del todo la seráfica lección del
Poverello, como se conoce a San Francisco, cuya notoria virtud y ejemplo era su
sensato amor a la austeridad y la verdad, propias, precisamente, de nuestra
mejor arquitectura regional: la tradicional pero también la moderna. Como la de
Borrero Zamorano y Giovanelli en los 50 y 60.
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