En Colombia muchos comportamientos
mafiosos propios de los narcotraficantes han penetrado la sociedad entera,
especialmente su economía y política, lo que se sabe desde hace años. Pero
también y para mal han influido en el gusto y la arquitectura y por ende en las
ciudades. Es lamentable que la arquitectura espectáculo de los nuevos
“monumentos” de los países desarrollados sea burdamente copiada aquí, para
cualquier cosa, por muchos de nuestros jóvenes arquitectos para hacer “cajas”
vanamente de moda con “pieles” de vidrio, acero y madera de mentiras. Para peor
de males la pertinente a nuestras circunstancias y determinantes geográficos e
históricos no siempre es reconocida en su verdadero valor prefiriéndose como
alternativa la tontamente folklórica.
Situación política y
cultural mantenida por la apatía de muchos colombianos y el poder de los que se
lucran con ella. Desde los traficantes y las guerrillas y paramilitares que se
financian en buena parte con las enormes ganancias que produce la penalización
de los narcóticos, hasta los políticos corruptos, los que lavan dineros
ilegales y los que indirectamente se benefician con ellos, como comerciantes,
decoradores, artistas, arquitectos y constructores. Y desde luego por la
conveniencia del gobierno norteamericano que solo hace poco reconoció que el
problema no es solo de oferta si no también de demanda, y que apenas pone parte
del alto costo de la guerra que nos han impuesto, mientras que aquí ponemos el
resto, los muertos y el atraso del país. Comprobadamente inútil, la guerra ha
generado mas corrupción, violencia y deterioro de selvas, campos y ciudades. Y
mas mal gusto.
Como lo ha demostrado
la lucha mundial contra el tabaquismo y el alcoholismo, sería mas eficiente y
económico tratar otras drogas, como la mariguana y la cocaína, como un problema
de salud publica y despenalizar su producción, trafico y consumo. Así lo han
sostenido muchos conocedores del tema hace años, aquí y en el exterior, y se
repite con mayor frecuencia. En Europa se ha avanzado mucho en este sentido; en
Holanda ya es un asunto de salud pública y en Suiza es legal el cultivo de la
mariguana con fines distintos a su uso como narcótico. Incluso en Estados
Unidos, de lejos los mayores consumidores de drogas del mundo, y en donde las
cárceles se han llenado solo con los pequeños vendedores de las grandes
ciudades, casi siempre latinos o negros, cada vez hay mas voces que abogan por
un cambio radical de las políticas al respecto.
Deberíamos informarnos
seriamente de los alcances nefastos del narcotráfico no solo en nuestra
economía y política sino también en nuestra sociedad y cultura para que podamos
exigir que la drogadicción sea tratada también aquí como un problema mas de
salud publica y se despenalice su comercio. Los países que insistan en la
prohibición de estas drogas que se ocupen ellos allá de que no sean importadas,
como sucede hoy en Estados Unidos con el tabaco cubano. Seguir sosteniendo
cómodamente que no lo podremos hacer unilateralmente solo muestra nuestro
vergonzoso sometimiento, y desde luego es inaceptable que nos lleve a impedir
al menos plantearlo y discutirlo.
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