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Constancia. 13.11.2014


Buena parte de los proyectos arquitectónicos que se someten a las curadurías o  Planeación llegan con errores elementales. Baños que no tienen ventilación, escaleras que no funcionan o que son peligrosas en caso de evacuación de emergencia, alturas de paso insuficientes, andenes por los que no se puede caminar, garajes en los que no se pueden abrir las puertas de los carros, estacionamientos escasos o a los que no se puede entrar ni salir y así por el estilo.
La falta de consideración por lo ya construido a los lados y atrás es cada vez mas frecuente. Groseras “culatas” a escasa distancia de fachadas existentes aprovechándose de la insuficiencia de las normas locales o simplemente violándolas. Formas y terminados que no consideran para nada los históricos del entorno en aras a una supuesta modernidad, incluso cuando están en el área de influencia de inmuebles catalogados en el POT como Bienes de Interés Cultural, BIC.
Pero el colmo del descaro (y de la estupidez) es presentar proyectos que no corresponden a los usos aprobados para cada sitio, o modificar a propósito en los planos las fachadas de los vecinos para realizar los empates de alturas requeridos en lugar de ajustar las propias. Es además todo un irrespeto para con los profesionales y funcionarios que deben emitir su concepto al respecto y un burdo intento de fraude que debería ser castigado por la justicia.
Y ni se diga esas personas inescrupulosas que se hacen pasar por arquitectos sin tener los estudios, títulos ni licencias respectivos, como igualmente los arquitectos que ilegalmente firman por ellos, y los empresarios que ponen a la venta construcciones mediante imágenes de su volumetría que no corresponden a los planos aprobados; es decir, una publicidad engañosa que es castigada por la ley; y asunto al que los medios de comunicación por supuesto deberían ponerle mas atención.
Igual a como dice Carl von Clausewitz refiriéndose a la guerra: “Una gran parte de la información que se recibe […[ es contradictoria, una parte aun mayor es falsa y con mucho la mayor está sometida a bastante incertidumbre” (De la Guerra, 1838, p.69). Para no hablar de los edificios que se desploman por hacer trampa en el dimensionamiento, refuerzo y materiales de su estructura, como pasó en Medellín y que desde luego también puede ocurrir en Cali.
Urge que la Sociedad de Arquitectos, el Consejo Profesional y las universidades con programas de arquitectura se apersonen de este asunto y por supuesto los Departamentos de Planeación respectivos; que le paren bolas a esta guerra contra las ciudades y sus habitantes. Es muy preocupante que cada vez se gradúan mas estudiantes sin ética profesional ni dominio del oficio en los mas elementales pero básicos aspectos del proyecto arquitectónico, y su correcta representación.
Como dice Clausewitz:  “La incidencia de las verdades teóricas en la vida práctica siempre se alcanza mas por la crítica que por la enseñanza; porque allá donde la crítica es una aplicación de la verdad teórica a los acontecimientos reales no sólo los acerca a la vida, sino que acostumbra al entendimiento a esas verdades por la constante recurrencia de sus aplicaciones. Por eso [es] necesario establecer, junto al punto de vista de la teoría, el de la crítica.” (p.112). Es justo el propósito de esta columna.


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