Buena parte de los proyectos arquitectónicos que se someten a las
curadurías o Planeación llegan con
errores elementales. Baños que no tienen ventilación, escaleras que no
funcionan o que son peligrosas en caso de evacuación de emergencia, alturas de
paso insuficientes, andenes por los que no se puede caminar, garajes en los que
no se pueden abrir las puertas de los carros, estacionamientos escasos o a los
que no se puede entrar ni salir y así por el estilo.
La falta de consideración por lo ya construido a los lados y atrás es
cada vez mas frecuente. Groseras “culatas” a escasa distancia de fachadas
existentes aprovechándose de la insuficiencia de las normas locales o
simplemente violándolas. Formas y terminados que no consideran para nada los
históricos del entorno en aras a una supuesta modernidad, incluso cuando están
en el área de influencia de inmuebles catalogados en el POT como Bienes de
Interés Cultural, BIC.
Pero el colmo del descaro (y de la estupidez) es presentar proyectos que
no corresponden a los usos aprobados para cada sitio, o modificar a propósito
en los planos las fachadas de los vecinos para realizar los empates de alturas
requeridos en lugar de ajustar las propias. Es además todo un irrespeto para
con los profesionales y funcionarios que deben emitir su concepto al respecto y
un burdo intento de fraude que debería ser castigado por la justicia.
Y ni se diga esas personas inescrupulosas que se hacen pasar por
arquitectos sin tener los estudios, títulos ni licencias respectivos, como
igualmente los arquitectos que ilegalmente firman por ellos, y los empresarios
que ponen a la venta construcciones mediante imágenes de su volumetría que no
corresponden a los planos aprobados; es decir, una publicidad engañosa que es
castigada por la ley; y asunto al que los medios de comunicación por supuesto
deberían ponerle mas atención.
Igual a como dice Carl von Clausewitz refiriéndose a la guerra: “Una gran
parte de la información que se recibe […[ es contradictoria, una parte aun
mayor es falsa y con mucho la mayor está sometida a bastante incertidumbre” (De la Guerra, 1838, p.69). Para no
hablar de los edificios que se desploman por hacer trampa en el
dimensionamiento, refuerzo y materiales de su estructura, como pasó en Medellín
y que desde luego también puede ocurrir en Cali.
Urge que la Sociedad de Arquitectos, el Consejo Profesional y las
universidades con programas de arquitectura se apersonen de este asunto y por
supuesto los Departamentos de Planeación respectivos; que le paren bolas a esta
guerra contra las ciudades y sus habitantes. Es muy preocupante que cada vez se
gradúan mas estudiantes sin ética profesional ni dominio del oficio en los mas
elementales pero básicos aspectos del proyecto arquitectónico, y su correcta
representación.
Como dice Clausewitz: “La
incidencia de las verdades teóricas en la vida práctica siempre se alcanza mas
por la crítica que por la enseñanza; porque allá donde la crítica es una
aplicación de la verdad teórica a los acontecimientos reales no sólo los acerca
a la vida, sino que acostumbra al entendimiento a esas verdades por la
constante recurrencia de sus aplicaciones. Por eso [es] necesario establecer,
junto al punto de vista de la teoría, el de la crítica.” (p.112). Es justo el propósito
de esta columna.
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