“LOS
DISPARATES DE BARNEY!!!!” fue
el “disparo” de “9-hamilton” a la sugerencia de dividir el Departamento del
Valle del Cauca en dos: el del Pacífico con capital Buenaventura, y el
existente, reducido al valle geográfico del río Cauca, y trasladando su capital
a Buga. Comentario que motiva a proponer mas disparates, que puede que sean
sueños, como los considera “Andresam”, pero no por ello contrarios
a la razón. Al fin y al cabo soñar también es anhelar persistentemente algo, lo que desde luego no es
un disparate, ya que la barbaridad sería no hacerlo. Como dice
Fabio Silva “sería posible que en el Puerto se quedara algo de la riqueza que
genera” (El País, 04/06/2017).
Y
si para mejorar las condiciones del valle del río Cauca y las de la costa
Pacífica sería razonable separar en dos el actual Departamento del Valle del
Cauca, como su mismo nombre lo sugiere, en Cali, por lo contrario, hay que unir
administrativamente su área metropolitana de facto, la que para nada es un
sueño sino un hecho, espontáneo y no planificado, lo que si es una barbaridad.
Y una vez constituida, proceder, ahí sí, a dividirla en varias ciudades dentro
de la ciudad, como se ha propuesto varias veces en esta columna durante casi
dos décadas (ver: “Ciudades en urbes [en lugar de ciudades enormes]”,
Caliescribe.com, 03/06/2017).
Y
en una de estas ciudades dentro de la ciudad, la de San Fernando, usar el
Pascual Guerrero, propiedad de la Universidad del Valle, para los deportes de
aficionados y no para su negocio, y usar el estadio del Deportivo Cali, en la
directa a Palmira para los partidos profesionales, facilitando mucho el control
de las “barras bravas”. Es sin duda sensato, y en eso la decisión del Alcalde,
de no prestarlo hasta que no se disponga de un control eficiente, sería
razonable si no fuera por el desorden que de todas maneras se produce en el
transito vehicular como peatonal y los ruidos varios que genera el espectáculo
molestando a sus vecinos a la redonda.
Pero
considerando que el tránsito en Cali es todo un disparate per se, y no apenas
durante los partidos en el Pascual Guerrero, lo razonable sería comenzar por no
continuar hablando de la movilidad “de” la ciudad sino “en” la ciudad, la que
implica desde los peatones hasta los que “no” van en el tren ligero por la
sencilla razón de que es un sueño que aún no despierta, y mientras tanto todos
los sistemas de “sólo” buses articulados en el país han sido un costoso fracaso
(ver: Aurelio Suárez Montoya, “Alerta roja en el trasporte masivo”, El
Espectador, 03/06/2017) pese a lo cual en Cali se le siguen dando recursos en
lugar de replantear todo el sistema a fondo.
Pero son algunos políticos los que no van a
permitir que se divida el país de acuerdo con su geografía e historia, o en
Cali juntar los municipios vecinos en un área metropolitana, como ya se ha hecho
en otros departamentos y en otras ciudades, mientras que eso vaya en contra de
sus intereses electorales; y por su parte, algunos de los negociantes del
deporte son los que no van a permitir fácilmente que al Pascual Guerrero se le
de otro uso, y algunos de los del transporte los que no se integraran
fácilmente bajo una sola autoridad que mande en el Transporte Publico de la
ciudad. Es decir todo un verdadero disparate en contra de la razón, y de ellos
mismos, digno de Trump. Mientras tanto se seguirá soñando en esta columna pues
no hacerlo si que es un costoso disparate, como se aclarará en una próxima
entrega.
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