La vivienda de
medios patios y solar, de tradición colonial, propia de las ciudades de la
región, ha sido reinterpretada también en pequeños edificios, capturando su
ambiente mediante la reelaboración de espacios y patrones tipológicos
tradicionales, a otra escala y con un repertorio formal de origen moderno. Son nuevas
relaciones entre lo viejo y lo nuevo, que se potencian mutuamente dotando de
nuevos significados y usos a la arquitectura local.
Es el caso El
Azafrán (1991-1992) de Rodrigo Tascón (1930-2014), en una esquina del tradicional barrio El Peñón de Cali, un pequeño edificio y un gran
ejemplo, como ya se dijo en esta columna (08/05/2014), con motivo de su muerte,
en
donde logró condensar imágenes y formas de vida mas adecuados a nuestro clima,
paisaje urbano y tradiciones edilicias coloniales como modernas.
Con La casa de
la queja (1992-2000) y Crepes &Waffles Sur (1992) fue una de las únicas obras
de Cali escogidas para la exposición y libro Arquitectura en Colombia y el sentido de lugar - últimos 25 años, 2004,
de los arquitectos Sergio Trujillo Jaramillo y Carlos Niño Murcia para la
Seccional de Bogotá y Cundinamarca de la Sociedad Colombiana de Arquitectos.
Trujillo
destaca “la creación de dos patios paralelos que se constituyeran en elementos
de absorción y tiraje de aire para ventilación de los apartamentos y propiciar
continuidades y transparencias. De tal manera, dos zonas unidas por un puente
organizan las plantas del edificio haciendo parte del sistema de adecuación
climático buscado y comunicándose entre sí a través del patio frontal. Por el
patio interior discurre la escalera del primero al segundo piso, como un juego
ambiguo de entrar y salir hasta encajonarse hacia los pisos superiores, no sin
antes recibir la lluvia, que corrobora la intención del edificio, con base en
transparencias, de no delimitar a rajatabla
el interior y el exterior”
Pero
igualmente, hay que destacar el acertado compromiso del edificio con su
contexto, tanto con el viejo barrio, ya muy intervenido, preocupación ya
evidente en otras dos intervenciones suyas en él, como con sus vecinos inmediatos, minimizando
el impacto de la grosera “culata” de un edificio “moderno”, como convirtiendo
en fachada la medianería con la bonita casa moderno-historicista que está a su
lado.
Como dice Francisco
Ramírez: “En todos estos trabajos hay un rechazo a la moda, a lo
"falso" y a lo "aparente". Si bien algunos revitalizan
formas anteriores, otros abordan la tradición de manera original. La búsqueda consciente y deliberada de una
arquitectura del lugar, pasa necesariamente por la reconstitución del patrimonio
como un proceso creativo y dialéctico de tradición e innovación. De esta forma
estas arquitecturas han potenciado el lugar y el habitar, la construcción, su
espacio y el paisaje” (Tropicales y
modernas: arquitecturas emergentes en Cali, 2006).
Trabajos que son en parte consecuencia de los estudios
crítico-históricos sobre la arquitectura y ciudades regionales realizados en
la Universidad del Valle, que extendieron la preservación del patrimonio a la
ciudad y su paisaje, como el mayor patrimonio de la comunidad, dando lugar a
nuevas formas de intervención como un compromiso crítico con un entorno culturalmente
definido, antes que con un espacio universal y abstracto.
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