Hace ya casi medio
siglo el Club de Roma lo anunció (D.
H. Meadows y otros, Los límites del
crecimiento, 1972), y 13 años mas tarde Konrad
Lorenz señaló que los cuatro peligros
de la humanidad son la sobrepoblación, la
contaminación, las multinacionales que
nos hacen consumir recursos cuya obsolescencia está programada y que pronto tenemos
que convertir en basura y, el cuarto, la ayuda de una publicidad engañosa (Decadencia de lo humano, 1985).
Y ahora
tal parece que el dilema no es si el mundo habrá de recurrir a la energía
nuclear en gran escala, sino a qué tipo de energía nuclear se recurrirá. Como
dice Andrés Hoyos (El Espectador (27/08/2014), dado el peligro cada vez mas
evidente causado por el calentamiento global, y que la energía basada en combustibles
de origen fósil envenena el aire, a la larga los afectados serán muchos millones
de personas si no se recurre a ella.
Por lo contrario, el accidente de Chernóbil, nos recuerda, imposible hoy con
los reactores de última generación, y aunque su radiación aun podría acortar la
vida de miles sólo mató a 31 personas, y volvió inhabitables apenas 30 km a la
redonda; y el daño en Fukushima sólo desplazó 80 mil personas y no hay aun ningún
muerto. El hecho es que, como dice Jared Diamond,
“nuestra percepción de los riesgos tanto desconocidos como conocidos suele ser
poco realista.” (El
mundo hasta ayer, 2012, p. 332).
Sin embargo,
los reactores tradicionales, advierte Hoyos, se prestan para enriquecer uranio
y fabricar bombas, y como ahora
las guerras se evitan disuadiendo a los otros a base de armarse con ellas hasta
los dientes, una guerra atómica generalizada podría acabar con media humanidad.
Y además los 270 mil toneladas de residuos
tóxicos que se han generado hasta la fecha, cuya vida radioactiva se ha estimado
en cientos de miles de años, están almacenados peligrosamente por todas partes
en el planeta.
Pero
Leslie Dewan y Mark Massie, del MIT, nos informa Hoyos, han descubierto que no
son basura, sino combustible mal quemado, y que contienen suficiente energía
potencial para suplir las necesidades eléctricas del mundo durante 72 años, con
todo y crecimiento, mediante reactores de sal fundida, que también funcionan
con uranio fresco, solo que en concentraciones muy bajas que no permiten tratar
de hacer bombas.
Ojalá no pase lo mismo que con la thermolysis, que en
esta columna se consideró como posiblemente la noticia mas importante de los
últimos años (Basuras y petróleo,
03/07/2003), pues hacía factible producir económicamente petróleo a partir de
cualquier clase de basuras a excepción de los residuos radioactivos, e incluso
había ya dos empresas, una en Estados Unidos y otra en Australia, y tres mas
programadas en Suráfrica, de las cuales no se volvió a saber nada.
Y de
todas maneras está “la catástrofe que significaría la desaparición de la
mayoría de fauna y flora de la Tierra” (Editorial, El País 30/08/2014, p. A14),
mientras, como ya se dijo aquí hace unas semanas (Ecorealidad, 19/06/2014), aun se quiere ocultar entre nosotros el consumismo,
el uso de combustibles fósiles y el desperdicio de agua potable y energía, y
sobre todo la sobrepoblación, ilusionándonos con volvernos
ricos, en lugar de pensar en ciudades mas sostenibles y
viviendas mas ecológicas y de paso mas contextuales.
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