Aparte de las manías de muchos escritores al escribir, como Dalton Trumbo en una tina, Vladimir Nabokov en un carro, Maya Angelou en un hotel, Truman Capote acostado en un sofá, George Bernard Shaw en una especie de casa de muñecas, Ernest Hemingway siempre de pie, Walter Scott en un destartalado autobús, Dylan Thomas en su cabaña llamada ‘Londres’ como se puede leer en ‘Escribir es un tic’, 2008, de Francesco Piccolo; o Gabriel García Márquez encerrado en su casa de Ciudad de México junto a Mercedes Barcha, y El Nombre de la rosa, 1980, de Umberto Eco lo fue a pasos en un monasterio imaginario. ¿Escribiría Miguel de Cervantes El Quijote en una cárcel? Ahora muchos de los que escriben (escritores, ensayistas, investigadores, columnistas, periodistas, abogados, funcionarios, enamorados, profesores y estudiantes universitarios) que no son tantos, lo hacen con un portátil, muchas veces incluso viajando en un tren o en un avión o hasta en un barco pero probablemente rara vez en un ca...