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Leer en casa. 09.09.2020

 Además de que los habitantes de la calle no puedan hacerlo ya que no tienen casa alguna, o esta es precaria para muchos otros, es lamentable que los que sí la tienen no sepan divertirse en casa y se limiten a ver cine, ópera o teatro por televisión que no es lo mismo que ir a una sala de cine o a un teatro, o a oír música por un aparato de sonido que no es lo mismo que asistir a un concierto, y cocinar, comer, beber y bailar en casa, si bien es toda una diversión, es diferente a encontrarse con los amigos en un bar, un restaurante o una discoteca, o ir desde el primero hasta la última y ver en todos a otras personas; pero como muchos poco leen no saben que no hay casi nada como leer en casa.


Si bien se puede leer en una biblioteca o en un parque o en un tren, definitivamente es mucho mejor hacerlo en casa; y el mejor sitio para hacerlo es una hamaca, las que no sólo son un mueble sino también un lugar y por eso hay que tenerlas en varios sitios: guindadas en la sombra de un corredor o en la penumbra de un cuarto, las que además son ideales para hacer una corta siesta o fumar lentamente un fino habano y disfrutando al tiempo una buena novela o aprendiendo sobre cualquier tema. La hamaca es el mejor mueble del trópico (barato, versátil, funcional, cómodo, bello y muy fácil de mantener) y las hay de muy diversos tipos, tamaños, colores y procedencias.

Igualmente son muy diversas las lecturas y para todos los gustos y diversidad de intereses, y ni siquiera hay que comprar los libros pues las bibliotecas los prestan, aunque desde luego no hay como tener una biblioteca en casa cuya simple vista si que divierte. La lectura es básica para la adquisición de conocimientos, y por eso leer es una de las mejores habilidades que se puedan adquirir, permitiendo entender el mundo y hasta algo mínimo del universo y de la vida en él, y también permite viajar más informados a cualquier sitio o tener más conocimientos sobre el mismo al regresar, ya que leer da alas a la imaginación, aviva los recuerdos y lleva a querer regresar adonde se ha ido.

Algunas personas supuestamente se preocupan mucho, y con toda la razón, por los que no tienen casa, pero nada les preocupa que sean tantos los que sabiendo leer no leen, y que por eso no piensan limitándose a creer, y que en últimas son los responsables de que continúen las injusticias económicas y sociales y la inseguridad que generan. Son los que no saben divertirse en casa y que cuando lo hacen en la ciudad comen ruidosamente en las salas de cine y hablan por el celular o alumbran con él, incluso en los conciertos y obras de teatro; son los de esa mayoría que no vota porque para qué si todo sigue igual, permitiendo que una minoría, que por supuesto tampoco lee, elija.

En conclusión, además de trabajar, estudiar, estar, jugar o ‘viajar’ en casa, temas de columnas anteriores, este último es un grato complemento de leer en casa, quedando para el final el ‘salir de casa’ para regresar a la normalidad de la vida cívica, la que pese al mal comportamiento de la gente en el espacio urbano público, como es el caso de ciudades muy recientes como Cali, es forzoso para antes o después poder divertirse en casa disfrutando en ella de coloridos amaneceres y atardeceres, pero igualmente de los días grises que amenazan lluvia, por supuesto desde hamacas diferentes en los lugares más apropiados, las que en otras horas del día se usaran para leer y divertirse en casa.

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